María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #15 : Mayo 11, 2018, 06:30:43 » |
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Advertencia
Con la aguzada espuela de tu impío desprecio me mancillas el regazo, deshilachas la cuerda de mi amor sin trapecio y profieres el zarpazo. Un ajuar de desnudez. Un semblante sin la tez. Noches embalsamadas en lunas de apatías, yo buscando en un puño dulces cacofonías y encuentro tu impavidez.
Puedes dormir en paz, por hoy no temas nada, me arropo con ilusiones, mi espíritu de fuego no se troncha en tu arriada aunque vista de jirones. Tienes en la mano el as, yo ni un verdoso quizás. Mas, piensa en el mañana, estanques de amarguras, el futuro te aborda y no da coyunturas ni regresa el tiempo atrás. Albadiosa
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #16 : Mayo 30, 2018, 01:34:53 » |
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CANTARES
El viento mece las ramas en el perfil de la tarde; perseguiré por los cielos mi casa de luz, sin llave.
Evocando las auroras corre el agua por su cauce huyendo de la tormenta, en busca de claridades.
Quisiera volar, cantando, colgada de un estandarte bordado con tenues brisas y con flecos de alamares.
Sin rescoldos de pesar, vestida de alado ángel, con el corazón tan vivo que mis huesos lacerase.
La savia de mis arterias busca reductos fluviales, para escuchar a la lluvia cuando canta por el valle.
Hoy preciso del candor por la espuma de mi sangre, mientras vago por los sueños y dejo atrás a mi cárcel.
cantando voy por los ríos para acunar manantiales; nanas de versos y miel en mi liviano equipaje.
rescataré las estrellas cuando transite las calles, bruñendo brazos del alma al ofrecer mis cantares.
Cantaré, y será día esta noche perdurable.
María Bote 9 – 7 - 2014
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #17 : Mayo 30, 2018, 01:35:37 » |
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Estampa Invernal
Es blando el lecho. Me arropo en las noches invernales. Un aroma de heliotropo tiembla junto a los vitrales.
El frío cubre el cristal de la cortina cerrada, los hielos son un puñal en mente libre, enjaulada.
Los copos enloquecidos giran al compás del viento con insomnios imprudentes.
Árboles descoloridos son la estampa del tormento en las ventiscas potentes.
Gisela Cueto Lacomba 2 de octubre del 2016
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #18 : Mayo 30, 2018, 01:36:40 » |
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Wella
¡La honra por un beso!
Maléfico destino si punzas con tu espada la noche y la alborada y encuentras el camino del porfiado asesino culpable e inconfeso. ¡La honra por un beso!
Demuestran el reproche sutil de mi vigilia: indultos, la familia, los llantos en la noche, las penas, el derroche de mi ternura preso. ¡La honra por un beso!
Tu culpa y mi razón reciben la medalla, y pierden la batalla la fe y mi corazón. Me hundí en la tentación, y en pago al embeleso: ¡La honra por un beso!
11/May/09
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #19 : Mayo 30, 2018, 01:37:32 » |
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ALAS
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va...” San Juan 3:8
A tus alas les di la libertad y un viento desolado te arrasó. Desde tu esencia gris, mendigas timonel.
Anáfora de estúpida comedia, discurso solapado del protervo, apagará con nieve la hoguera del pasado.
mariaValente
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #20 : Mayo 30, 2018, 01:38:27 » |
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Irene
EL EXTRAÑO CASO DE LA GOTERA OXIDANTE
La mancha de óxido sobre el gris descolorido del terrazo podría abrir la puerta de la verdad. Inerte, aún me dolía el pensamiento, a pesar de haber transcurrido cinco jornadas. No podía descansar, continuamente forzaba a las estrellas vespertinas para que silenciaran los llantos. Las cabezas deberían permanecer frías, alejadas de cualquier emoción. El sereno retorno al pasado lo aclararía todo, y más en una tierra donde la palabra “homicidio“ había sido arrancada del diccionario por historias y sucesos trágicos; lo normal era silenciarlo con el termino “suicidio“. Todo perfilaba esta posibilidad: la jeringuilla, restos de coca, el cerco morado de sus ojos … Era la escena ideal, excepto por el oxido reciente que impedía cerrar el caso. Todo comenzó cuando las letras empezaron a impregnarme de un maravilloso olor hasta ahora desconocido. Ellas me llevaron a una habitación moderna, donde se batían frases hasta elevarlas a cuentos y poemas. Era un mundo mágico, lleno de belleza y arte. Tanto era el deseo de perfección que, cansada de buscar la inspiración, decidí acabar con mi protagonista; y lo habría conseguido de no ser por el óxido que mi bolígrafo dorado dejó al caerse sobre la primera gotera del edificio.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #21 : Mayo 30, 2018, 01:44:55 » |
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Calendo Griego
Los besos pájaros
Por la calle de tierra sus ojos —fuegos pardos—, su timidez enorme, venían sobre el polvo levitando. El rubor la escaldaba entre suspiros castos.
Al pasar frente a mí, sonriente, miles de besos-pájaros volaban de su boca. Yo pretendí atraparlos en una bocacalle. Como húmedos peces me esquivaron, y en dulces aleteos —indóciles palomas en mis manos—, a todos los perdí.
Escapó, rumbo al campo, al mar de la espesura, al viento la pollera, ambas manos moviéndose en las olas, lanzándome en el rostro, a cada tanto, la risa a carcajadas, mientras sus rojos labios se abrían al remonte de los últimos besos-pájaros.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #22 : Mayo 30, 2018, 01:46:18 » |
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ojaldeb
Dos viejos
¡Dios!, ¿podría ella, una mujer mayor, seguir viviendo? ¡Ojalá fueran estas sus últimas bocanadas de aire! Sin aire todo se acaba, ya no se puede recordar. Respira profundamente, a pesar del sofoco la idea le sigue dando miedo.
El otro ahora no cuenta, ha ido al váter a aligerar su próstata.
Ella espera desnuda, tumbada en el desordenado catre del solterón. Le resulta doloroso recordar que hace apenas unos instantes el otro, casi un desconocido, frente a la enmohecida luna de un viejo guardarropa, la restregaba por detrás. Las carnes flácidas de la mujer, que aún tiemblan, entonces se arrebolaron de excitación.
¿Era aquél cuerpo de la luna el suyo, o lo estuvo soñando?
¡Dios!, ¿qué había hecho, y su marido?
Pero, hace un rato, ni su alma ni sus carnes se hicieron preguntas, y, aunque sintió como el tipo, con cierta violencia, se abría paso hacia su interior, a través de sus nalgas, a pesar de que le dolía, ella no pudo dejar de recular, reculó y reculó hasta casi las puertas de su primer orgasmo.
Eso, que poco antes fue su gloria, era ahora su infierno.
¿Podría vivir recordándolo, podría, después de tantos años de matrimonio, volver a mirar a su marido, cara a cara, podría…?
Mientras, el otro volvía del váter y se tumbaba a su lado, viéndola al borde de la lágrima, viejo demonio habituado a romper cruces, la empezó a acariciar vientre abajo y, con voz de barítono, la susurró al oído: venga, ahora te toca a ti.
Y ella se abrió de par en par, no pudo decir que no, ni quiso.
Pero, ¿por qué en manos de su marido nunca se sintió dispuesta, por qué nunca antes pudo acabar, podría ahora, tan mayor…?
¡Dios, sí que podía!
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #23 : Mayo 30, 2018, 02:12:25 » |
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carende
REMEBRANZA
A mi inolvidable maestro, Ricard
Remozan trenzados versos en oquedades del alma; las rimas rompen silencios por doliente remembranza.
En el fulgor de su estela, del paraje que engalana, persiste el gentil poeta en su legado y lazada.
Palpitan sones y trazos,, en amarre está su barca, viento nutrido de hálito, efluvio de rosas blancas.
El maestro y su doctrina, hoy, redoble de nostalgia; se destiñen poesías por el vagar de unas lágrimas.
26/08/11
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #24 : Mayo 30, 2018, 02:14:47 » |
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Triste alborada Poco me ofrece hoy esta alborada, no me sacia la sed, fresco el rocío cuando a mi lado vive este vacío roto en sollozos, triste madrugada. Si siento que mi cama rompe helada, vacía, sin amor que quise mío, trocando mi esperanza en desvarío, nada me queda, amor, no queda nada. Tan cruel se hace el tiempo al ser ausente que un venablo de acero en tu abandono hizo de mi costado roja fuente. No quiero despertar, sigo silente con mi poema preñado del encono al albor de este día insuficiente.
Nαrdy 26-07-05
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #25 : Mayo 30, 2018, 02:16:47 » |
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El perfume de las flores. Al perfume de las flores le cantan los trovadores. Tú viertes mil perlas rojas a mi cáliz que deshojas, yo te bebo sin congojas. Armonizan los amores. Rejuveneces mis cielos, se alejan los desconsuelos cuando me cubren tus velos. Se deshacen mis temores. Enredado en la ternura de mis senos, alba pura, entrégate sin mesura. Y relucen los candores. Al perfume de las flores le cantan los trovadores, armonizan los amores, se deshacen mis temores y relucen los candores.
MªAntonia
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #26 : Mayo 30, 2018, 02:20:41 » |
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COLOQUIO (Parrandillas) Hallábanse en crudo duelo el alción y la tilapia, presumían su prosapia: el del lago y el del cielo. Eran de gran apetito, el pez como el pajarito, mas tuvieron fin ingrato con mi gato. Después del pingüe banquete, el astuto comilón sufre tal indigestión por tanto pollo y filete. "Pobrecillo Micifuz, ¡hoy tu cena es tu cruz!" Decíanle, socarrones, los ratones.
Raúl Valdez
01/16/2011
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #27 : Mayo 30, 2018, 02:21:39 » |
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Alpha_Centaury
A veces, mientras la propia tumba excavas, alguien corta la letanía lanzando a tus ojos arena, en el intento de vencer cuanto nuble tu alma.
A veces, mientras los sabios alzan sus responsos, la rendición corona de carmín los horizontes y el fuego amigo salva del fracaso devora-espíritus.
—A veces me quejo. Ahora doy gracias—.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #28 : Mayo 30, 2018, 02:22:37 » |
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Erial Sensaciones
Te busco, no puedes hablar. Entiendo tu alegato indeformable, las horas se escapan de tus manos; las mías difunden tu silueta -la que asciende por ciudades y arroyos- y desconocen de ti lo inédito, la curva de tu ceja cuando te ofreces por completo y confías tu forma a otro desconocido.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #29 : Mayo 30, 2018, 02:23:59 » |
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La barbarie
Tempestades de fuego, calvario de la historia. En el cordón del tiempo
sangra la humanidad en sollozos de muerte. Justicia, su disfraz
alimenta el desprecio por la vida. Las sombras, la barbarie al acecho.
Liliana Valido
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