Wella
Penitentes
En plenilunio eterno de ensoñación y encanto,
al despertar, de pronto, desmoroné la calma.
Desde la insomne alcoba, nido de pena y llanto,
una inquietud sombría sobrecogió mi alma.
En el momento infame de discernir la ausencia,
por el motivo absurdo de su inmoral fortuna,
entumecida, inerme sacrifiqué mi esencia
y reflejó la noche con plenitud la luna.
¿Existirá en los altos y bendecidos cielos
aquel perdón sublime, la gratitud del justo?
¿Se aplica penitencia a quien destruye anhelos,
si el responsable ahora es el destino adusto?
Bajo las nubes grises, mi soledad es roble,
la magnitud de un rayo difuminó el escombro;
en la ceniza, sombras. De la mirada noble,
desaparecen restos de frenesí y asombro.
Mayo de 2009