María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #30 : Noviembre 22, 2016, 01:53:00 » |
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LO POSTRERO La mar en su grácil vaivén acuna a exánimes guerreros, entre suspiros lastimeros anhelan un mágico edén. Osiris mira con desdén asestando golpes arteros. La mar en su dulce vaivén acuna a exánimes guerreros. Despojos de un último amén, son muecas de cantos postreros. Nobles ímpetus marineros, almas defensoras del bien, entre suspiros lastimeros anhelan un mágico edén. ©®By Raúl Valdez 09/19/2007
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #31 : Noviembre 22, 2016, 09:35:21 » |
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Tiempo de siembra y de cosecha.
La alegría manaba sobre mi rostro en lágrimas de amor, de emoción, de sentimientos nuevos que jamás había experimentado, me habían confirmado mi maternidad.
Mi corazón brincaba de alegría a medida que sentía en mi vientre su vida. Pasado ese momento de embriaguez, aparecieron todos los miedos. La naturaleza trabajó por sí sola, me dio tranquilidad. No puedo describir lo que sentí cuando surgió entre mis piernas en llanto, llanto de vida, vida fuera de mi útero. Casi en un murmullo, con ella sobre mi pecho, le dije: “¡Linda, hermosa! ¡Qué mía, mi amor! La veía la más bella de todas las niñas del mundo y estaba sanita, qué más podía pedir.
Desde su primer día mamó amor por su boca, su piel, por cada uno de sus poros, con todos sus sentidos, la besaba sin cesar.
Creció y vivió cada momento de su niñez intensamente, se la veía alegre. De bebé y en su niñez, siempre se despertaba con una sonrisa que iluminaba su rostro y nuestro hogar.
Nos comenzó a ver como padres enormes, que todo lo podíamos, nos admiraba, así lo expresaba a su manera.
Yo sentía miedo por el futuro, ya que en el momento de su adolescencia se le caería la venda de sus ojos y descubriría que sus padres eran simplemente un hombre y una mujer. Así ocurrió. Fue ganando el mundo exterior, su independencia. Se fue alejando y encerrándose en sí misma.
Me costó aceptar su distancia, yo me repetía: “no terminó la época de siembra, ya vendrá la cosecha. El tiempo dirá si mi alma se unió con la suya, tendré la certeza si fracasé o no, como madre”.
Hoy, después de haber transitado la vida con sus alegrías y tristezas, después de haber llorado juntas los adioses, espero… A mí también me costó aprender que cada uno siente, goza, sufre, anhela, de maneras muy diferentes.
Es difícil aceptarnos con los cambios que produjo el transitar la vida. Pero hay algo que nunca cambia, el amor que es más fuerte que el océano. Ambas lo sabemos y es muy difícil expresarlo.
A veces, la cosecha tarda, pero siempre la vida puede más. Cuando hace millones de años el hombre descubrió el fuego, aprendió a esperar su alimento y como la vida es redonda, como los nidos, el útero, por ese laberinto redondo intrincado, misterioso siempre se llega a la esencia de la vida, el amor. El amor que ella siente por su hijo ayuda a comprendernos.
Liliana Valido
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #32 : Noviembre 24, 2016, 01:34:30 » |
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AL ÁNGELUS. Al ángelus te elevas, madre mía, al misterio te fundes con ardor, ya tu copa consagras al amor, virtud que tu universo conseguía. Majestuoso equilibrio fue tu guía a regiones solemnes, diosa y flor engarzada en los iris de esplendor al Santo Celo viertes tu alegría. Persigo tu perfil, mujer amante, te anuncia con amor la gloria pura escanciada con luz y sal triunfante. El Edén se recobra en tu hermosura tus entrañas gestaron ese instante, mi orgullo, de tu vientre ser criatura.
Rosas.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #33 : Noviembre 24, 2016, 01:35:23 » |
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INFIERNO DE PAPEL Es la muerte un mundo aparte, inentendible amargura, es limo en nuestra llanura del que evitamos hablar, la asociamos al castigo, a la maldad tenebrosa, lóbrega perla espantosa, carnavales de pesar. Extrañas características, con horrores y aspereza para un suceso que empieza cuando cobra vida un ser, entonces ¿por qué no verla como un fruto que lozano ya sea tarde o temprano todos debemos comer? ¿Por qué no esperar que sea una luminosa escala donde un suspiro se exhala cual aire esperanzador? Y un ángel vendrá sonriente para indicarnos la vía a una nueva travesía llena de magia y color. Pero se vive una vida de temor enmarañado, donde el mal es castigado por demonios en tropel, un lugar llamado infierno de sufrimiento y cadenas, desesperadas condenas con fuego y tortura cruel. ¿Mas quién en su sano juicio o tal vez en un delirio crearía tal martirio para la vida y su fin? Solamente el ser humano crearía tal infierno cual castigo sempiterno y prosigue siendo ruin. ________________________ Albadiosa
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #34 : Noviembre 26, 2016, 01:35:42 » |
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EL CANTO
Encontraré el camino de las rosas aunque llame el crepúsculo a la puerta de mi casa desierta. He de olvidar la burla de las cosas ante el vuelo sutil de mariposas, y un suspiro del alba que despierta mi noche oscura y yerta.
Busco el sol escondido. secose mi pradera sin laguna y encamino mis pasos a la duna, sostén de mi derrumbe. He de salvar mi nave de la ira al armonioso acorde de mi lira. El canto, a los envites no sucumbe…
María Bote 16 Abril de 2012.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #35 : Noviembre 26, 2016, 01:46:34 » |
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Para el e-book de Chamuyeros 2010.
Baila con la tierra. El compás del aire cubre su interés. Por viso, la brisa adorna la ruta con halos sinuosos. Color puro, ágil.
Corrientes felices. Riachuelos vivaces. Quejumbre en la boca, penosos plañidos. Carámbanos dóciles. Oscilan susurros en las centenarias rejas del balcón .
Y parte el otoño. Circulan, en paz, las nieves, los lagos de niebla y de luz. Engullen la fobia y crepitan ascuas por el surco horrible del abismo fútil.
El viento la acuna. Le ciñe, sutil, el cinto, tan fuerte, su ansia, tan débil. Gira, trota y rompe en tenaz empuje el talle del prado fiel, redondo, inmóvil.
Danza, luz inútil, horno de la mente de un ser que restringe la vida, el espíritu. En un rayo fósil, situó el humus, volcanes de piedras, torpes sirimiris, turbas misteriosas. Paraísos ciegos.
La música extraña, sigilo inmortal.
Corregido en el foro Metáforas de Diana Gioia. (c) María Teresa Aláez García. Mayte Aláez. Mtiag.Pernelle.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #36 : Noviembre 26, 2016, 10:08:26 » |
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LETANÍA
No sé si me basta Coruña, uña que mi nervio bosqueja, queja la formulo, pues cuesta esta lejanía. La luna una es, y a todos distinta, tinta que primero se olvida, vida que tintó mi recuerdo; cuerdo, no distingo las lunas.
Mas no me saturo de engaños, años pocos toma en mi vida; ida la ciudad, la castiza tiza, el devenir, pues diluye, huye sus trazados, conturbe urbe aún mejor. Pido un nombre, hombre, es mi sola codicia.
¿Cuántos diferentes antecos, ecos míos, ven su figura, hura de sus ansias, la luna, una noche igual?
Dage
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #37 : Noviembre 27, 2016, 05:57:34 » |
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Los recuerdos conquistaron las ventanas. Llueve tras los ojos,
voces
gotean en los cristales.
Colmillos de plata, la luna sonríe, me mira cruel.
El silencio escurre entre pétalos y púas.
El poema oscurece el reloj.
*****
Tres de la madrugada
Las voces truenan —aprisionadas— en el relámpago.
Cautivas de los ojos, rastrean el suicidio, pretenden colonizar su luz.
El poema eclipsa la hoja.
*****
En la penumbra
Un ramillete de muñones gime, se arquea, fornica.
Desnudos párrafos clavan sus uñas en los ojos de la luz.
*****
Tam Tam mayestático el del corazón, pechera de lunas, quebradizo púlpito al oír pudrirse nuestros huesos en las boqueadas de los calendarios.
*****
Crujen metálicas las letras. Los símbolos se convierten en pétalos. Las flores descarrilan el tren de la sintaxis.
Ojaldeb
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #38 : Noviembre 28, 2016, 09:32:40 » |
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Sensaciones
Te busco, no puedes hablar. Entiendo tu alegato indeformable, las horas se escapan de tus manos; las mías difunden tu silueta -la que asciende por ciudades y arroyos- y desconocen de ti lo inédito, la curva de tu ceja cuando te ofreces por completo y confías tu forma a otro desconocido.
Erial
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #39 : Noviembre 28, 2016, 09:36:12 » |
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PADRE EN APUROS
Cuatro gorilones ribeteaban la puerta. ¿A qué tanta seguridad si sólo es una discoteca de serpientes emplumadas?, me preguntaba.
Jamás había pisado un sitio así. No por nada, sino porque no. Casi huí ante la visión del jugador de baloncesto metido a travesti; hay que tener huevos (¡!) para calzarse unos tacones de “chúpame la punta” de, al menos, 20 centímetros y ceñirse un vestido de lagarterana y una peluca con vuelo, amén de las capas de Titanlux.
Por lo demás, a primera penumbra, era un lugar normal, sólo que los hombres estaban con otros hombres, plumeando, y las mujeres con otras mujeres, bolleando, a excepción de una pareja que, imagino, era de adúlteros heterosexuales escondiéndose de entornos más comedidos en un lugar al que nadie iría a buscarles.
¿Por qué entré? Pasó lo propio, yo vivía feliz en mi mundo; un mundo en el que los hombres se ponían arriba, las mujeres abajo, la familia es una institución respetable de padre, madre, hijos, mascota y televisor; cada cual con sus roles aprendidos, sin posibilidad de equivocarse… y tal, todo en orden, hasta que un día mi dulce niña de 14 años me dijo: “Papito, soy como Safo”, “¿poetisa?”, “no, ¡lesbiana!”. ***
En rigor fue una declaración menos culta, sólo tenía 14 años y será de ciencias, pero intento imprimirle una sonrisa a mis memorias. Pensad que ella se quedó tan a gusto después de la típica escenita de “no te preocupes, hija mía, te queremos igual”, lágrimas, besos, lágrimas… pero yo casi me caigo redondo al suelo, no sabía dónde meterme. Del pobrecito e intolerante padre nadie se apiada. Nadie.
Consulté amigos, foros, programas radiofónicos de alta madrugada, todos me decían lo mismo: has de abrir la mente, eres de otra época, fórmate, sal más a la calle, no temas comentar el tema con tu hija, la homosexualidad está en la naturaleza... ¡Puaf!
Me informé tanto que me saturé. Incluso llegué a violar su derecho a la intimidad, revisando sus conversaciones guardadas. Ojalá no las hubiera leído, tuve que ver cómo le comentaba amenamente a una amiga que “a Julia nunca se lo podré decir, temo que me rechace, es intolerante y, además, sería capaz de entrarme con preguntas morbosas sobre cómo me lo monto con mi chica, pero con Maite es distinto, porque aunque también pide detalles íntimos los pide por curiosa, de buen rollito, sin malicia, son cosas que se notan”.
Y así acabé metido en ese antro a esas horas. Mientras caminaba hacia allá sentía que todo el barrio me miraba de reojo, como si estuviera a punto de cambiarme de acera sólo con entrar ahí. Los que más pasaron de mí fueron los homos, más entretenidos en provocarse unos a otros que en criticar a ese marciano cincuentón.
Quiero destacar que las puertas de los baños estaban pintadas con los colores del arco iris… Sin comentarios.
Apenas entré, volví a salir. Asumí que hay cosas a las que uno no podrá acostumbrarse y ni siquiera podrá entenderlas, que no es bueno para los padres saberlo todo y que, más allá de categorías y barreras generacionales, soy su padre y la quiero.
Alpha Centaury
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #40 : Noviembre 29, 2016, 10:28:35 » |
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RODAR
Dime ahora, dios sin nombre, qué azarosa cumbre espera mi cansancio y mi aliento. Dime si he de morir, ¿cuántas veces?, en desidias y en vacíos. Nada quiero y no me importa; sigo siendo roja piedra del camino, fatigadas sus aristas al rodar sin mesura cuesta abajo. Pasan rápidos los bosques, las aldeas, siempre envueltos en la prisa, pues es propia del camino. En mi amarga rapidez me retraigo y nunca acierto a mirar cumbres aún más distantes y elevadas. Ni las veo ni me importan; sólo soy un mal pedrusco arrastrado por pendientes abismales. Mis innúmeras facetas se esculpen y se achaflanan, pues pretenden pulirse en geometrías similares a la esfera.
Y eternamente rodar por las cuestas, por los cauces de los ríos que en mi vida -los milenios no me importan- he logrado cuanto menos vislumbrar.
Dage
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #41 : Diciembre 01, 2016, 10:45:14 » |
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El reto de vivir (abecedario)
De mi silencio altivo soy cronista, augur y nigromante solitario, un envolvente infolio elucidario para glosar el caos ateísta.
Dibujaré mi credo absolutista. Estimo de la vida el silabario. A de amar, con la fe de un presidiario, el firme resurgir idealista.
B de sentirme brote sin destino, aliento, chispa azul, una bengala orlando los acordes del exceso.
La C, corriente fresca, un diamantino preludio desafiante, la antesala furtiva del amor y el embeleso.
Augustus
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