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Autor Tema: Julio 2016  (Leído 22217 veces)
0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.
María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #15 : Julio 13, 2016, 07:13:51 »

Si la voz falla,
ágil se ausenta entre la faz del viento,
se hace muro
de desconcierto;
rompe, fulmina, pega, frío y quieto.

Si la voz falla,
se convierte en fisura del silencio.

Alpha_Centaury
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #16 : Julio 15, 2016, 01:32:23 »

    
SONETO PRETENDIDAMENTE LUNFARDO (Para Albadiosa)

Arrodillate, verso libertino,
ante la pluma ilustre, siempre abierta
al bobo, donde triste luz  incierta
ilumina a retazos tu camino.

Parterre de dibujo serpentino:
¡chiqué a la chabona descubierta
en el rondó del beso!, como oferta
al  goruta frustrado, sin destino.

Golosa poesía, desatiende
las demandas groseras, los tortuosos
atajos persiguiendo madrigales.

¡Lo juro!: es el sol, acá y allende,
dorima de la luna en los frondosos
ribazos, altas cumbres y trigales.


GLOSARIO
Bobo, corazón
chabona, mujer
chiqué, aspaviento
dorima, marido
goruta, tarugo, torpe, ignorante

augustus
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #17 : Julio 15, 2016, 01:35:30 »

Tibias añoranzas


Salí a vagar encima de las nubes     
con mis evocaciones de calandria     
y contemplé los sauces al desnudo     
fabricando coruscas telarañas.

Los sueños en mis ojos son cetrinos     
corpúsculos de tibias añoranzas,
abanicos de estrellas con insomnio     
brocados de ilusiones a distancia.

La luna destejida, con pinceles,         
me muestra de tu nombre azules cábalas
y adscribe mi convoy de  penitencias       
a su libertador brazal de plata.

Encendida mi esencia en tu rescoldo
se anuda de recuerdos mi garganta.
   

Albadiosa
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #18 : Julio 15, 2016, 08:55:26 »

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« Respuesta #19 : Julio 15, 2016, 08:57:12 »

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« Respuesta #20 : Julio 15, 2016, 08:58:11 »

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« Respuesta #21 : Julio 17, 2016, 01:35:19 »

TANGO
(ENDECASÍLABO DE PIE QUEBRADO)

El tango: luz y duelo de pasiones
en desgarrada esencia;
mueve con su latir los corazones
y lo sensual, en él, buscó licencia.

A su embrujo se abren los balcones
del alma y su conciencia,
y trémulos suspiros de algodones
en las bocas desnudas de inocencia.

A su ritmo se escapan los sermones,
la piel hace presencia
tras la caricia leve de crespones.
Y la sangre que fluye con urgencia.


María Bote.
29 – 11 - 2014
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #22 : Julio 17, 2016, 01:14:55 »

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« Respuesta #23 : Julio 18, 2016, 12:09:28 »

Encuentro

Seremos locos sensatos
en alas de la utopía,
ni palomas ni regatos
de mustia melancolía.

Armoniosas las estrellas
con los tintes de las llamas,
no más olvidos, querellas,
simbiosis de estuosas flamas.

Sobre los pastos silvestres
rodaremos como orates,
detrás las rocas agrestes,
inquietudes y debates.

Rojo cirio en la laguna,
las hierbas suaves de lecho,
avellana y aceituna
germinando en el barbecho.

Sobre nubes  de algodón
sinfonías seductoras,
encuentro de comunión
hipnotismo de las horas.

Gisela Cueto Lacomba.
5 de Julio del 2015
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« Respuesta #24 : Julio 18, 2016, 11:16:25 »

Migajas de cordura


Te escondes como pícaro ladrón
sin dar la cara, surge la sospecha:
vencerme fue el proyecto, la misión
yace inconclusa, vive insatisfecha.

Los verdugos escogen su camino
se obligan a ocultar su rostro abyecto.
Con la fe aventurera del comino,
el embuste deshonra su trayecto.

Permíteme explicarte tu fracaso:
quizá queden migajas de cordura,
los versos de un poema en el Parnaso
con vestigios de amor y desventura.

De forma contundente erijo un muro
gigantesco, total, indestructible.
No expira la ilusión sino el perjuro
detrás de una trinchera inaccesible.

Wella
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #25 : Julio 20, 2016, 06:36:24 »

   
UNA HISTORIA

Ilusión de cristal,      
aquel verde paisaje de verbenas        
negando los espinos.            
Campiña con espliego en sus caminos    
sin ver las socarrenas.    
Los ojos, por el cénit en desvelo,        
sufren el temporal.        
Estólida, me ciega tu señuelo          
-patraña sin perdón-.    
Se lastima mi piel con el zarzal,        
nunca brotaron flores.        
El vértigo, vacío sin razón,        
agranda mis temores.  
Me estremece una idea  tenebrosa,    
conquista  fantasmal.
Ya no creo en las sendas ideales,        
tu ruta mentirosa    
después de las praderas, el barranco.
Por este amor estanco,            
de hinojos, sin memoria, yo podría…      
libar de tus rosales,          
si tú, mi bien, raigón de mi agonía,  
transido, me llamaras.

mariaValente

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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #26 : Julio 20, 2016, 06:41:45 »

REGIÓN JUVENIL


1 - El comienzo


   Los sentidos eran para Javi el Olimpo donde columpiarse; por ello, cuando la tía Berta decía: “ al nacer  venimos con nuestras respiraciones, al agotarse, morimos”, el aire se convirtió en su principal prioridad. Logró que la acariciara, su fragancia inundó su pituitaria con toda clase de olores, y su boca paladeó la brisa. Tan sólo la pelota arisca del viento le robaba su visión. Desilusionado, se lanzó a otros objetivos, hasta que por fin lo vio. En una revista deportiva, varias chicas atacadas por su furia, luchaban contra torcidos paraguas sin poder frenar el vuelo de sus faldas. Javi subió al cielo mientras sus compañeros se burlaban de él:
-¡ Eh, Javi !, ¡ está alelado!
-¡ Se enamoró !- dijo Marta “la poeta” .
-¿De quién ?- inquirió Pedro.
- De Eolo - suspiró Javi.
-Eolo, masculino, singular- dijo Puri “la empollona” - entonces, ¿eres gay?
“Las Furias”  hicieron aterrizar a Javi de golpe en la tierra:
-No, gay no, soy todo un “machote”.

2- Otoño en el instituto

    Las primeras gotas del otoño resbalaban por nuestra piel, mas nosotros hilábamos mejores paisajes. En plena irradiación juvenil, el tiempo se había escondido. El porvenir, desde que Javi descubrió los efluvios del amor, se convirtió en senderos de márgenes floridos.
    Al instituto, con sus brumas y aristas salientes, lo embellecimos con un aire de voluptuosidad tal que “Doña Descolorida” ( llamada así porque había perdido su color en la enseñanza ) dejó de “marear la perdiz”, y pasamos de la historia política a la amorosa. Era divertido saber que Napoleón fue vencido por un lío de faldas, o que Cleopatra, la que se bañaba en leche de burra, cambió su imperio por una pasión.
     Poco a poco, el deseo disfrazado de idealismo se infiltró en nuestras filas. Nuestra profesora comenzó a adquirir ciertos pigmentos al abandonar la tiranía de la oficialidad. Sólo Puri seguía devorada por el fuego de la sabiduría. Leía, releía, subrayaba, anotaba hasta hechizarse de la pócima del conocimiento. Debido a ello decidimos seguir nuevos caminos.     

3-Puri

      Cargados con un saco de ilusiones como noche de sábado, investigamos, cual Sherlock Holmes, la cualidad oculta que devolviera a nuestra empollona a la vida.
        Su madre la había persuadido con el elixir de los estudios, panacea de la elocuencia, que la llevarían a la fiebre abrasadora del triunfo. Para Puri “triunfo” significaba felicidad, para su ambiciosa mamá era el polvo mágico del poder. Walquiria vio como su hermana, licenciada en derecho, conseguía con el santuario de la palabra entrar en política. Desde entonces, festejos, bonitos trajes, coches de lujo vagaban en su entorno con respeto y admiración. Frente a semejante situación buscamos el consejo de profesores, padres y adultos. Mas estos eran sumamente ignorantes: sólo vivían para el pasado o el futuro. Fue tal la desilusión que desde entonces aprendimos a disfrutar de los verbos en presente.
Con los cartuchos chamuscados, recurrimos a nuestro héroe particular: Javi “el machote”.


4-La conspiración

    Parecía el principio de un difícil juego, sin embargo era algo más: queríamos despertar a nuestra amiga. En esos momentos , la situación se movió a nuestro favor: la crisis económica y la corrupción hicieron que el honor político cayera en picado. La abogada se ensombreció y Walquiria  abrió el círculo a sus hijos.
    Puri se entusiasmaba en aquella época por todo tipo de escritura amorosa y de escritores homosexuales. Fue entonces cuando decidimos dar el golpe de gracia. Convencimos a Puri de que la mejor enseñanza nos la da la calle con su realidad:
    - ¿Qué realidad ?, preguntó dudando.
    - La de Javi - respondimos todos al unísono.
    - ¿ La de Javi ?
   -  Recuerdas, se encolerizó cuando tú dijiste que era gay.
    - Pero, Javi no escribe.
    - ¡ Qué poco le conoces !, Javi siempre ha disfrutado con la lectura y, gracias a ello, se está convirtiendo en un gran poeta.
     Una vez casi convencida, nos dirigimos a Javi. A éste lo persuadimos  enseguida. Le prometimos que si seguía nuestras instrucciones, volvería al paraíso de Eolo. La conspiración ya estaba en marcha, sólo había que encontrar el momento y el lugar oportuno.

5- El desenlace

     Por fin, un domingo logramos embutir a Puri en un vestido liviano, a pesar de las bajas temperaturas. Javi portaba en sus manos el libro de las deidades clásicas como algo vivo y palpitante. Los desparramamos en el parque de la Constitución, lugar intermedio para ambos, un día de viento y tormenta.
     Puri comenzó a hablar de poesía romántica con sus desenfrenos sentimentales: Poe, Byron, Espronceda … fueron cayendo hasta resbalar hacia otros estilos y figuras mas amorfas como Óscar Wide. Javi apenas la escuchaba, su atención merodeaba en el movimiento de sus cabellos y vestido. Éste la ceñía tanto que a veces parecía desnuda. Ella seguía impasible con su monótono discurso. De pronto, el resplandor de un relámpago les hizo abrazarse. Fue todo rápido y espontáneo: las miradas se transmutaron de temerosas en descaradas; los labios no besados se llenaron de lujuria, dejándose corromper hasta el cenit de la felicidad.
     Regresaron embebidos en lágrimas de agua con una sonrisa de luz de verano. El borrador de nuestro relato había funcionado. 

Irene
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« Respuesta #27 : Julio 22, 2016, 12:02:23 »

Adiós con arcángeles y demonios

                                               a Ricard Monforte, maestro.

Son tejidos dolientes las horas del afecto,
inmortales esencias, pesadumbres del alma,
clamores del espíritu manando su dialecto
improntas de infinito, agobios de la calma.

Quisiera ver ahíta la urna del instante,
el caz de sus principios, matices de su ciencia,
las luces del vocablo, el verso desbordante,
como cofre de honra a su invicta indulgencia.

Devuélvenos, Cibeles, los parnasos perdidos,
los bosques, las llanuras, colinas del saber,
en soplos del crepúsculo, los errantes sonidos,
el eco de los pájaros rapsodas del ayer.

Reclamemos de Apolo olímpicas visiones,
las coplas animadas, la perenne canción;
arránquenos —no fluyan sufridas emociones—
el cuchillo sepulto del frágil corazón.

Cuán piadosas las musas emergen desoladas,
inextinguibles voces del sórdido jardín,
los lirios de las cúspides, sus trémulas espadas,
aromas constelados de un nocturno jazmín.

Retornen del destierro los debates profundos,
serenas empatías, horas de plenitud,
arcángeles gimientes y demonios jocundos,
unidos al adiós cantando gratitud.

Calendo griego
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #28 : Julio 22, 2016, 12:20:50 »



¡Vaya nochecita!


“Vaya nochecita, ¿qué hora será? a ver…  las cuatro, ¡joder! me acosté a las doce… dos, tres, cuatro, cinco... cinco horas dando vueltas, mi cabeza, qué dolor, una aspirina, y ésta, mírala, osa, vaya forma de roncar, cásate para esto, qué le importo yo a esta osa, a nadie le importo, a nadie... la cabeza me va a reventar, qué oscuro, se debe de haber ido la luz de la calle, no se ve nada, y este miedo, ¿me estará rondando alguna depresión de ésas?, será mejor que me levante un rato, ¡hostia!, el terrazo, qué frío, ¿y las zapatillas?, la luz, ¿y si se despierta... la osa?, cualquiera da la luz, luego se pone como una fiera, menudo despertar tiene la señora, vaya genio, ¿y las zapatillas?, debajo de la cama… sí, aquí están, el aire, cómo silba, del norte, cuando silba viene del norte, ¡qué frío!, anda que el que tenga que dormir en la calle… qué frío… y qué miedo, pobre gente, ¡hala!, aquí te quedas, la cama para ti sola, ronca hasta... ¡la puerta!, ¡mierda!, por poco me la trago, ¡puta osa! mira que le tengo dicho que no la cierre y nada, ella como si nada, ni puto caso… broncas, sólo sabe darme broncas, menudo genio, qué oscuro, cada día veo menos, complicaciones, todo son complicaciones, y ahora sin trabajo, ¿dónde voy yo con cincuenta y cinco años, Don Raúl, dónde?, y encima descangayado, desde que tuve el accidente, descangayado, y él: ustedes los obreros no se hacen cargo, la empresa va mal, muy mal, no hay dinero para pagar tanta nómina, ¿no hay dinero?, ¡cabrones!, ¿y yo?, después de cuarenta años…, ¿no hay dinero?, ¿ahora, adónde voy?, ¿adónde?, la empresa va mal… ¡hijos de…!, a ellos qué coño les importa, ¿que me he dejado la salud allí para ellos?… eso no importa, ellos buenos chalets, buenos coches, ¡joder!, buenas mujeres … ahora no hay aspirinas, ¿y esto…?, frenad… qué más da, con que calme el dolor... agua, hala, para adentro, ¿y ahora qué?, la cama, no tengo sueño, ni pizca… el ordenador, el cuento empezado, la cabeza, a ver si me ocurre algo o me revienta la cabeza, ¡mierda!, otra vez el botón, todo está mal, ¡mal!, hasta el ordenador está mal, ni arranca, ¡joder!, puto ordenador, ¡arranca! arran… a ver… botón de mierda… ¡sí, sí, ya SE enciende!, menos mal, a esos se les pone en los cojones y te dejan en la calle, si hubieran aguantado unos añitos más, cinco más, hasta los sesenta o así, luego el paro y la jubilación y…  nadie da trabajo a un viejo, un viejo descangayado… ¿dónde está el cuento…?, estaba por aquí… ¡aquí!, me parece que es éste, abrir, ¡sí, es éste! me había quedado…”


    La ambulancia se va con la pareja. Él lleva puesta la máscara de oxigeno y una botella de suero en la vena; tiene los ojos cerrados y el pecho apenas se le mueve ya. Ella, que va sentada al lado de la camilla, se asusta; mira al enfermero: -¡Ya casi no respira, mi marido se muere, se muere.


      “Se muere, se muere, ¡muerte!, sólo se me ocurre escribir sobre la muerte, de gente que muere, pero… si es que no hay otra, es la realidad, la realidad es muerte, muerte por todos los lados, en los periódicos, en la televisión, mierda y muerte… joder cómo estoy, en mínimos, más hundido que... hecho un asco, un asco, ¿qué es esto? lo del huevo y la gallina, ¿estoy así porque escribo sobre la muerte o escribo sobre la muerte porque estoy así, el que escribe es víctima de lo que escribe, ¿quién lo dijo?, ¿dónde lo leí?, eso o más o menos eso, el marido se muere y… ¡y qué!, ¿qué pasa?, uno se muere y ya está, ¡ya está!, para vivir así… si no fuera porque morir duele, tiene que doler, qué bien el que muere en un quirófano, sedado, inconsciente, sin darse cuenta de nada, sin dolor, sin dolor yo firmaba ahora mismo, ahora mismo, ¡joder!, ¿y una pistola?, un tiro, ¡pum!, te apoyas bien la bocacha en la sien y hala, ¡pum!, uno dos y tres y ¡pum!, todo seguido, unodosytres, sin parar, acaba uno de sufrir, a la mierda la realidad, la vida, ¡pum! todo…pero a ver dónde consigue uno una pistola, ¡joder!, ¿y si no te matas?, y si la bala… o la pistola… yo que sé, ¡que falle algo!, si no te matas y te quedas tonto o como un vegetal, ¡joder!, con la suerte que tengo… quita, quita, lo mismo me quedo tonto o más tonto, tonto perdío, tonto a secas ya lo estoy, pero… para qué pensar, porque a ver,  ¿dónde consigo yo una pistola?, ¡qué va!, imposible, cualquiera va por ahí buscando una pistola, qué miedo, en menudos ambientes me tendría que meter, además, menudo susto para la osa cuando me encontrara ahí, las paredes llenas de… ¿qué pasa con la ambulancia?”


    Un bache revienta una de las ruedas de la ambulancia, derrapa, se va contra un camión que venía en dirección contraria y...
       

     “¡Hala!, la mujer, el marido, los enfermeros, el conductor, unos cuantos que pasaban por allí, ¡todos!, muertos, finito, kaput, el cuento terminado, ¡ay!, mi espalda, cómo me duele la espalda, me queda lo peor, lo peor, puta vida, mis huesos, a ver cuándo llega el veranito, sudas, te acuestas empelotas y con las ventanas abiertas y ya está, y la osa… también medio empelotas, ¡quita!, ¡guarro!, mírale, igualito que las bestias, a mí no te arrimes, guarro, siempre estás pensando en lo mismo, ¡la vieja!, que pienso en lo mismo dice, cómo que en lo mismo, vieja, pienso en lo único, ¡lo único! ¿hay algo mejor que la jodienda?, antes, algunas veces se animaba y… pocas veces, pocas, pero… ¿cuánto tiempo hará que…?, ¡ahuuuuu!, ni se sabe, aunque… para qué nos vamos a engañar, tampoco está uno ya para excesos, pero de vez en cuando… un polvo de vez en cuando, sí me gustaría, sí, ¿y si le comprara uno de esos picardías rojos y se lo regalara?, cariño, toma un regalito, esta noche… ¡no! ¡quita! menudo genio tiene, ésta es capaz de coger un cuchillo de la cocina y castrarme, menudo genio, hace frío, a ver si ahora me constipo… lo que me faltaba, la mantita de cuadros, ¿dónde…?, ahí está, la mantita, pica un poco pero abriga, el cuento”


      La esposa está sentada al lado de la camilla, y lleva puesta por encima una mantita de cuadros blancos y negros.


      “¡No!, mejor un poco de sexo, ¡sexo!, mejor sexo que muerte, anda que si tuviera que escribir en un papel iba listo, aquí es fácil, borrar y escribir, eliminar y escribir, eliminar y…”


     La esposa, que está sentada al lado de la camilla, lleva puesta por encima una mantita de cuadros blancos y grises, debajo se le ve un picardías negro, de seda, con encajes; el mismo que él no dejó que se quitara ella, antes, cuando los dos hacían el amor. ¡Déjatelo puesto, cari, me excita mucho! Y ella no se lo quitó. Hacía media hora que al marido le dio el ahogo y perdió el conocimiento... Le pilló afanándose, encima de ella, que como pudo se lo sacó y lo echó a un lado de la cama. Intentó reanimarle con palmaditas en la cara, ¡Cari, cari!, ¿qué te pasa?, ¡ay, Dios! Al ver que no respondía, la mujer se tiró de la cama y pidió una ambulancia por teléfono, mientras llegaba siguió intentando la reanimación. ¡Cari, cari, vuelve, ay, por favor! La ambulancia no tardó en llegar. Y si uno de los enfermeros no mira a la mujer como si se la fuera a comer, ella no se habría dado cuenta de que estaba medio desnuda. Con las prisas sólo le dio tiempo a ponerse lo primero que encontró: una mantita de lana, con cuadros blancos y negros; la que ahora llevaba encima de sus hombros desnudos...

        — ¡Ahhhhh!, qué sueño,  ¿eh…?, ¿qué haces levantada?

         — A por una aspirina.

         — ¿Una aspirina?

         — La ciática.

         — ¿La ciática?, pues bien que roncabas hace un rato.

         — Ha sido de repente, me ha empezado a bajar un dolorcillo por       aquí, por la pierna abajo.

         —Es el tiempo, el frío, el aire.

         — ¿Y tú, que haces?

         — Aquí, terminando una tontería.

         —Ya, ya; llevo un ratito, y he leído algo por encima de tu hombro.

         — ¿Y…?

         —Está bien; venga, vente a la cama, hace frío y vas a enfermar.
 
         —Ahora, ahora; vete tú, ¡eh!, ¿qué haces?

         — Ven a la cama, tonto, ¿quieres?

         — ¡Vaya!, ¿y esto?

         — ¿Quieres?

         — ¿Y tu ciática?

         — Eso ya se me pasará con la aspirina.

         — ¿Te apetece hacerlo?

         — ¿Y a ti?

         —Es que ahora…la verdad, tengo sueño y…

         —A mí tampoco.

         —Entonces lo dejamos para mañana.

         —Como quieras, así me...

         — ¿Qué has dicho?

         —No, nada, nada; que sí, que mejor lo dejamos para mañana.

         —Vale, voy a terminar esto.

         — ¿Te espero?

         —No, tú vete a la cama, hace frío, enseguida voy yo.

         —Y tápate que vas a coger frío, ¡Ay!, me voy, no tardes.

 
         “Pobre, ella también tiene sus achaques, muchos. ¡En fin! a ver cómo termino esto”

 
         Cuando la ambulancia va llegando al hospital, el joven, poco a poco, abre los ojos. Quiere mover la mano y hace un gesto de dolor, sigue, con la vista, el tubo del suero hasta la botella. Mira a su esposa.

         —Cari, menos mal, ¿qué tal te encuentras?

         —Bien, ya estoy mucho mejor, no te preocupes —dice él con un chorrillo de voz, y sonríe algo.

         Ella también sonríe, y le coge la mano, y se la besa, y ya casi se ríe, y le vuelve a besar la mano, una y otra vez.  Él sigue mirándola. Aunque intenta sonreír, su mirada es como la de los conejos que venden en las carnicerías. Los ojos de la mujer son tan verdes como un prado, el prado más verde;  brillan, pero de alegres. ¡Se va a recuperar, se va a recuperar!

       
          “Listo, a guardar, cerrar, apagar y... a la camita”.


         — ¿Vienes?, qué hombre éste!, ¿vienes o no?

         —¡Enseguida voy, mujer, acabo de apagar el ordenador!

         —Venga, ven y abrázame; por lo menos, ya que no quieres…

         — ¿Que no?, aquí estoy.

         — ¡Huy!, qué fríos tienes los pies.

Ojaldeb

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« Respuesta #29 : Julio 22, 2016, 10:07:14 »


Dedicado a mi maestro,
Ricard Monforte,
días despues de su muerte.
TRISTE PUPILA

Quiebra la Inesperada un corazón florido,
surca su corva el dorso con cruel alevosía
dibujando la meta, segándole el suspiro
al ilustre maestro en la miel de su vida.
Claman fuertes retumbos de mi dolor furtivo,
sollozos asfixiados por la absurda partida.
Desnudos vagan  textos en triste desabrigo.
¿Dónde duermes poeta, arte y sabiduría?

Carende
16/10/09
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