María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #15 : Mayo 13, 2016, 10:58:35 » |
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Sensaciones
Te busco, no puedes hablar. Entiendo tu alegato indeformable, las horas se escapan de tus manos; las mías difunden tu silueta -la que asciende por ciudades y arroyos- y desconocen de ti lo inédito, la curva de tu ceja cuando te ofreces por completo y confías tu forma a otro desconocido.
Erial
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #16 : Mayo 14, 2016, 09:10:34 » |
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Llanto peregrino
En penumbra y silencio resguardo mis sentidos. Forjo mis pensamientos.
La esperanza se quiebra, el devenir lejano no encuentra luz, su esencia.
Mi espíritu perplejo es llanto peregrino. Musitan los secretos.
LILIANA VALIDO
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #17 : Mayo 16, 2016, 12:37:57 » |
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Un verano feliz
No importa si merezco un sino justo, pues no seré feliz. Eternamente el hombre sufre y calla, su simiente prosigue un ciclo insano de disgusto.
Quizá nos dure un mes el arbitrario y frágil bienestar que nos engaña; ¿qué muerte nos lo sesga en su guadaña?, ¿quién mide nuestro idilio con su horario?
Absorto con la luz de aquellas horas opacas como el cielo más oscuro, alcanzo a comprender ese conjuro del simple devenir de las auroras.
...evoco las vivencias del verano, pues marcha sin remedio, tan temprano...
Dage
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #18 : Mayo 17, 2016, 04:38:44 » |
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De excursión
El mediodía es la hora en la que Dios se asoma a su balcón, y su mirada de calor intenso, aplasta a los objetos contra el suelo y el aire se hace grisáceo y brillante.
Son los mediodías de agosto; mes de pieles tostadas y jubiléo carnal, del exilio del pudor y de apoteosis sudorientas. El mes de mis vacaciones.
Me encanta el verano, pero no es un mes para pasear por la meseta, apunto estuve de borrarme de aquel viaje, pero Toledo es una ciudad en la que no se echa de menos la compañía.
Como mi último romance acabó bruscamente, cerca ya de las vacaciones, no era cuestión de continuar con los planes previstos, de modo que me preparaba para pasar el verano en mi ciudad, disfrutando del balcón de mi casa al atardecer, contando el número de usuarios de un cajero automático instalado frente mi domicilio, tomando notas, sacando estadísticas por edades, sexo, vestuario, etc. Pero me parecía tan triste... pasar el verano en el balcón, mientras ella iría a Ibiza, a tostarse en la playa y a saturarse con todo tipo de destilados, a modo de torrija alcohólica.
Yo le parecía aburrido pero exótico, el exotismo acabó por aburrirla, imagino que su sistema hormonal, acabó por empujarla a los brazos de un fibroso divertido.
Mi autoestima no gozaba de buena salud en aquel momento, esa debió de ser la causa de que me fijara en uno de esos panfletos promocionales de viajes, esos de tamaño cuartilla adheridos a las farolas y las puertas de los comercios y este estaba en la puerta de la panadería que frecuento, Siempre pensé que esas excursiones, eran para turistas torpes o para jubilados, en cualquier caso, fui a fijarme en una oferta para una excursión a Toledo. Disimuladamente, cuando la panadera me dio la espalda para coger algo del obrador, yo, como un delincuente que aprovecha el despiste, me apresuré a arrancar el número de teléfono de información.
A los pocos días estaba camino de Toledo, en un autobús y alejándome del balcón.
Gracias al cielo la humanidad descubrió el aire acondicionado, y viajar en autobús en agosto es llevadero, incluso la incorporación al vehículo de la televisión ha mejorado la calidad del viaje, aunque en mi juicio solo por la noche, cuando el autobús se hace más tedioso y cansado, por el día la pantalla del televisor te atrapa en ocasiones con el hilo argumental de alguna película, y olvidas mirar a través de los cristales, perdiéndote el paisaje y los objetos que quizá no vuelvas a ver jamás. El viajar pierde con el televisor una parte maravillosa, que es el trayecto, tan importante como la llegada. En estos tiempos postmodernos lo que importa es exclusivamente Itaca.
Los pasajeros del autobús no respondían por completo a lo que yo suponía, había una gran diversidad de tipos, jubilados y también alguna familia y estudiantes sin muchos recursos, alguna pareja de novios... Se repartían por zonas con cierta homogeneidad, de modo que el pasillo central era como una avenida que conduce a los distintos barrios de una ciudad, una ciudad móvil que recorre la geografía con expectación.
Rompiendo esa homogeneidad iba una familia, un matrimonio cuarentón con una adolescente, me llamó la atención, porque me imaginé que la muchacha hubiera preferido quedar en la ciudad con sus amigas y fue embarcada en el autobús sin mucho entusiasmo.
Las horas iban pasando, en la televisión ofrecían una película que ya había visto varias veces, me entretuve mirando los campos a través del cristal, me sorprendía que fuera posible tanto espacio sin ningún tipo de construcción, acostumbrado a viajar de una ciudad a otra sin dejar de ver a mi alrededor algún tipo de edificio. Era como navegar en un mar terroso, de calma chicha a veces o con mar de fondo en otras. Pero espacios ondulados y planos, por lo general vacíos, siempre me fascinó el paisaje manchego.
Yo era uno de los pocos que viajaba solo, acomodé mi cuerpo orientándolo al cristal, observaba el paisaje y pensaba en Ibiza, cada segundo me alejaba más de ella; ¿me recordaría en la playa?, ¿me compararía en los brazos del fibroso?. Seguro que él no le rascaba la espalda igual de bien que yo, ni cuidaba de prepararle el café exactamente a su gusto. Decidí quitármela de la cabeza durmiendo; cerré los ojos y no tardé en soñar, un sueño extraño de montañas en el mar y me veía a mí mismo como un navegante, ataviado con un sombrero de copa y una corbata roja de terciopelo; de pronto, el escenario cambió, estaba sentado en la vagoneta de una montaña rusa, junto a la adolescente del autobús, sentí el vaivén de la atracción de feria, como un golpe que me hizo tambalearme de un lado a otro.
Al abrir los ojos y recomponerse mis sentidos, sentí la calidez de su abdomen en mi rostro, mi ojos orientados hacia sus pechos, apenas cubiertos por un top fucsia enrojecido, ambos en una postura incómoda, en una quietud obligada, no pudiendo en mi caso apartar mi mirada de sus pechos jóvenes, carnosos y aterciopelados. Obligadamente acogedora, extrañamente quieta, no evitaba que mi rostro desconocido descansara sobre su vientre, y aunque me sentía algo violento por ello, no dejaba de ser un placer que agradecía al cielo en aquellos momentos. Desconozco cuánto tiempo pasó, pero poco a poco mis ojos fueron cerrándose de nuevo, y solo el tacto me ofrecía la referencia de la belleza, del dulce consuelo epidérmico.
El aire comenzó a llenarse de sonidos, gritos, sirenas; pero a medida que el sonido iba creciendo, mis oídos renunciaban a escucharlos y solo el tacto; ¿o era el recuerdo ya?; solo él, me mantenía unido a la realidad, a la fe, al amor. Comprendí que la vagoneta era el autobús, volcado sobre una plantación de girasoles, la sorpresa duró poco tiempo, fui dejando paso a la oscura incógnita con la que todos tenemos una cita.
Altabix
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #19 : Mayo 17, 2016, 04:40:29 » |
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Para el e-book de Chamuyeros 2010.
Baila con la tierra. El compás del aire cubre su interés. Por viso, la brisa adorna la ruta con halos sinuosos. Color puro, ágil.
Corrientes felices. Riachuelos vivaces. Quejumbre en la boca, penosos plañidos. Carámbanos dóciles. Oscilan susurros en las centenarias rejas del balcón .
Y parte el otoño. Circulan, en paz, las nieves, los lagos de niebla y de luz. Engullen la fobia y crepitan ascuas por el surco horrible del abismo fútil.
El viento la acuna. Le ciñe, sutil, el cinto, tan fuerte, su ansia, tan débil. Gira, trota y rompe en tenaz empuje el talle del prado fiel, redondo, inmóvil.
Danza, luz inútil, horno de la mente de un ser que restringe la vida, el espíritu. En un rayo fósil, situó el humus, volcanes de piedras, torpes sirimiris, turbas misteriosas. Paraísos ciegos.
La música extraña, sigilo inmortal.
Corregido en el foro Metáforas de Diana Gioia. (c) María Teresa Aláez García. Mayte Aláez. Mtiag.Pernelle.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #20 : Mayo 18, 2016, 09:33:43 » |
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SUAVE BRISA
Te fuiste, lentamente, una mañana envuelta en suave brisa de verano y sajé los ensueños de mi mano pues sentí tu presencia muy liviana. Deploramos tu vuelo, flor temprana, al irte con un nimbo de armonías y rogué porque fueras en mis días ese ángel guardián omnipresente. Hoy, ando este mundo penitente pero nunca mis huellas van vacías.
Pero nunca mis huellas van vacías si te llamo a través de mis sentires, pues noto que me mandas elixires de tu amor, otorgándome energías. Mi norte se asemeja al que querrías: silencioso, apacible y trascendente, pues soy agua emergida de tu fuente en un símil de arroyo cristalino; sabiendo que en el fin de mi camino me estarás aguardando, dulcemente.
Candela Martí
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #21 : Mayo 19, 2016, 08:39:25 » |
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Cielo Claro
Desde un punto inmortal, me lapida la terca incertidumbre como el fulgor de una onda sutil fundiendo al rojo, esencia y corolario.
¿Por qué las ilusiones se evaporan? Porque mi crédula pupila captura las señales de mis ejes lindados de ilusiones, en busca de una perfección inexistente.
Los juegos del destino en mi baúl se cargan como un pesado error sin avenencia. Al viento las semillas se arrebujan y el surco perforado descubre su abandono.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #22 : Mayo 20, 2016, 07:15:22 » |
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Orlando
La orden del día
― ¡Vete a atender la mesa cuatro! ―No hubo respuesta. Se desesperó. ― ¡O que la chingada…, apúrate! El mesero puso mala cara, dejó de limpiar y se dirigió a la mesa que le señalaban. “Hay veces que lo odio a muerte. ¿Quién se cree para hablarme así? Sólo es un gerente de restaurante de segunda. Bueno, no. No puedo odiarlo, él me da permiso de salir antes cuando tengo una emergencia. Es buena gente, pero sólo cuando quiere…” ―…te digo, la gente ya dejó de creer en todo, el nihilismo está imponiéndose. Los únicos cultos a los que la gente rinde homenaje son a los cultos sin fe.― “¿Qué será el nihilismo?”, pensó el mesero. ― ¿Puedo tomar su orden? ―”Demonios, no traigo mi libretita, tendré que memorizar. Ojalá no pidan nada complicado.” ―Un paquete dos para mí y un paquete tres para el caballero. El paquete dos sin el té, por favor. ―”Fácil, un paquete dos y un paquete tres sin el té”. ― ¿Algo más?― “¿Tendrá algo que ver con los hilos? No, no creo, porque estaban hablando de los cultos. Un culto es como una religión, ¿no? Un paquete dos y un paquete tres sin el té. Míralos nomás, bien vestiditos, a leguas se ve que son gente rica, de letras”. ― Nada más. ― Enseguida les traigo su orden, con permiso. ―El mesero tomó las cartas y se retiró. “Un paquete dos y un paquete tres, sin té. ¿De qué habrán estado hablando? ¿Por qué se referían a eso del nihilismo? Le preguntaré a Julián si sabe qué significa. Él siempre lee muchas revistas de científicos. Ojalá sepa, si no me quedaré con la duda. Un paquete dos y un paquete tres, sin té. Los únicos cultos a los que la gente rinde homenaje son a los cultos sin fe. ¿De verdad existirá un culto sin fe? Yo le tengo un chingo de fe a mi virgencita de Guadalupe, ella nunca me falla. Un paquete dos y un paquete tres sin té. Ya ves, aquel día en que me quedé solo en mi casa y me estaba muriendo de calentura y de vómito... Cultos sin fe. ¡Quién sabe! Yo le recé harto a mi virgencita pa’ que me curara. Tal vez estaban hablando de esas personas que van a misa sin creer en Dios y nomás van a criticar. Un paquete dos y un paquete tres sin té. Así como Doña Rosario, quién la viera tan arregladita, con tanta alhaja y con la boca tan podrida. Qué rara frase, se ve que son gente de escuela, yo contrabajos terminé la secundaria…” ―Van a querer un paquete dos y un paquete tres,”Qué rara frase, ¿cómo decía? Los únicos cultos a los que se rinde homenaje son a los cultos”, sin té.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #23 : Mayo 21, 2016, 09:28:27 » |
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Lady Ágata
SOL Y FUEGO
Retrocedo en el tiempo a mis días de residencia en una casa de campo otrora perteneciente, por partes iguales, a un extravagante multimillonario y a su socio, el padre de mi primer marido. En aquel lugar, años atrás, se celebraban todo tipo de fiestas y bacanales. Los vecinos, para evitar los ruidos de las orgías nocturnas, fueron vendiendo los chalets colindantes, que iban adhiriéndose a la propiedad. La vivienda en cuestión estaba rodeada por una considerable extensión de tierra donde crecían plantas exóticas en torno a dos piscinas flanqueadas por palmeras. Había rosales silvestres desparramados por los muros, una inmensa pinada, chopos, un huerto de naranjos, limoneros, mandarinas, melocotoneros, granadas y jazmines trepadores que impregnaban de aromas sensuales las tibias noches. Solía subir a lo más alto del edificio principal y, en la terraza, completamente a salvo de las miradas de curiosos, disfrutaba tomando el sol desnuda. La luz solar me devolvía las energías, sumiéndome en un estado de deleite difícil de describir. Tendida en el suelo, me iba quitando lo que llevaba puesto poco a poco, como una especie de ritual. Luego, con toda delicadeza, cubría mis botoncitos de cuarzo rosa con un par de borlas de algodón. Separaba las piernas dejando al descubierto las partes más íntimas, húmedas siempre... húmedas. Los rayos de sol besaban ardientemente los labios tabú liberados, orquídea envuelta en rocío de deseo. Con frecuencia, me llevaba una botella de cerveza bien fría con la que entablaba una especie de juego erótico dejando caer unas gotas de la bebida sobre el vientre que, al descender, hacían estremecer mi bosque oscuro: manantial de lujuria para muchos, privilegio de nadie por entonces. Tendría que esperar casi una década para encontrar un hombre que estuviese a la altura de las circunstancias, alguien que sé que podría llevarme a las más altas cotas del placer... si él quisiera.
Ya de regreso, en el momento presente, envuelta por toda vestimenta en su jersey rojo, el cual aún conserva su aroma, escribo estas líneas mientras una lágrima caprichosa me traiciona delatando que le echo de menos -¡cuánto le extraño!- durante sus periodos de ausencia. Tal vez, pronto, en un lugar paradisiaco, sumidos en la soledad que las parejas de enamorados tanto ansían, pueda repetir mis baños de sol al desnudo permitiendo que esta vez sea su jugosa y cálida lengua -sol y fuego en complicidad- la que surque los pliegues de mi sexo aprendiéndose su geografía, mordisqueando sus contornos, descubriendo todos sus misterios y se adentre sin pudores en las profundidades de mis entrañas. Cierro los ojos mientras contemplo esta escena aún inexistente. Echo la cabeza hacia atrás intentando en vano que mi boca le atrape, le lama, le bese... devolviendo placer por placer, amando y siendo amada.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #24 : Mayo 22, 2016, 10:21:26 » |
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Las Aguas Mansas
La inspirada eufonía de una fuente acomoda el latir de mi existencia serenando la psique con su esencia, aguas tibias arrullan dulcemente.
Gestoras de un secreto impenitente urdido en la matriz de la conciencia, adulan a la Luz con su presencia silbando su reflejo hacia poniente.
Murmullo musical en puber gozo, agostan los dolores a su paso nacidos del misérrimo sollozo.
Salpican con efluvios el ocaso anhelante del núbil alborozo seduciendo a las musas del Parnaso.
(23/9/2011) Rosa
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #25 : Mayo 24, 2016, 07:09:23 » |
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EN LOS ENCINARES DEL RECUERDO
Recuerdo noches, días, hortelanos caprichos de amapolas y encinares. Desempolvo secuencias crisolares, tus besos en la mugre de mis manos.
Resonancia motriz de los paganos silencios entre juncos y pinares, donde un grito de alegres hontanares serpentea sin pausa en mis arcanos. Mas los duendes traviesos del destino accionan la palanca de la suerte en el débil soporte de mi fulcro.
Nada queda de ayer en el camino, ni tan sólo el amago de la muerte: Tus versos espejean el sepulcro
Augustus
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #26 : Mayo 24, 2016, 07:11:14 » |
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El vicio de mis brazos
Despiertan perfumadas las caricias a un mundo rubescente y desgarrado, recorren el andén del paraíso y encuentran los espíritus esclavos.
Virutas nacaradas de la piel afinan los trinchetes de alabastro y la soga que ciñe la ilusión tiembla con el puñal de su cadalso.
Se remece en mi dermis tu atalaya, puedo sentir tus bridas, trance álgido, tu espíritu de hombre te traiciona y caes en el vicio de mis brazos.
Escoges en mis besos corromperte y deleitar tu estancia en lo profano.
Albadiosa
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #27 : Mayo 26, 2016, 10:01:57 » |
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CANTARES
El viento mece las ramas en el perfil de la tarde; perseguiré por los cielos mi casa de luz, sin llave.
Evocando las auroras corre el agua por su cauce huyendo de la tormenta, en busca de claridades.
Quisiera volar, cantando, colgada de un estandarte bordado con tenues brisas y con flecos de alamares.
Sin rescoldos de pesar, vestida de alado ángel, con el corazón tan vivo que mis huesos lacerase.
La savia de mis arterias busca reductos fluviales, para escuchar a la lluvia cuando canta por el valle.
Hoy preciso del candor por la espuma de mi sangre, mientras vago por los sueños y dejo atrás a mi cárcel.
cantando voy por los ríos para acunar manantiales; nanas de versos y miel en mi liviano equipaje.
rescataré las estrellas cuando transite las calles, bruñendo brazos del alma al ofrecer mis cantares.
Cantaré, y será día esta noche perdurable.
María Bote 9 – 7 - 2014
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #28 : Mayo 26, 2016, 10:03:44 » |
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Abatimiento
Escollos en el camino, en el alma dulces sueños. Indescifrable el destino de los futuros empeños.
Sin fe, por el horizonte, yace penando la vida; en las honduras del monte la razón anda perdida.
Ha sido frágil la ruta, tiempo de llamas y abrojos, donde la esencia impoluta ponía luz en los ojos.
Lejos cizañas y guerra del resplandeciente estuario. Con aromas de mi tierra se construirá mi sudario.
Gisela Cueto Lacomba. 19 de septiembre del 2010
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #29 : Mayo 28, 2016, 12:36:30 » |
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¡La honra por un beso!
Maléfico destino si punzas con tu espada la noche y la alborada y encuentras el camino del porfiado asesino culpable e inconfeso. ¡La honra por un beso!
Demuestran el reproche sutil de mi vigilia: indultos, la familia, los llantos en la noche, las penas, el derroche de mi ternura preso. ¡La honra por un beso!
Tu culpa y mi razón reciben la medalla, y pierden la batalla la fe y mi corazón. Me hundí en la tentación, y en pago al embeleso: ¡La honra por un beso!
11/May/09
Wella
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