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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #16 : Abril 13, 2016, 11:00:39 » |
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MADRE
En un profundo suspiro, con los ojos entornados, se detienen mis sentidos y dibujan tu silueta, tu perfume en el vacío. Madre, se agotan mis noches, retoñadas de espejismos, hallándome en abandono frente a los sueños perdidos. Y mi alma, flor marchita, añora la luz del seno, antaño me protegía. Sutil remembranza, madre, anhelo de tus caricias; la impavidez de tu voz, cendal prendido en mi vida. ¡Cómo perturban las penas, silenciadas y cautivas!
23/08/11
Carende
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #17 : Abril 16, 2016, 01:23:54 » |
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Despedida De un corazón que ya no juega, gozo, también de una cabeza que no piensa, un pecho fatuo ya sin alborozo, y lágrimas vertidas sin defensa. Con el corto bagaje casi rozo la ruta del adiós, mi recompensa es olvido, despedida que embozo para cubrir la mala vida intensa. Antes devolverás mi paz en vilo, la ingenua honestidad de cuando niño me envolviera en amor equivocado; la barca que botase en mar tranquilo donde tu nombre escrito con cariño brillaba en cada parte dibujado. Existo ya gastado, mi corazón sin juego, en desaliño esta viviendo de la fosa, al filo.
Nardy 05-08-05
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #18 : Abril 16, 2016, 01:25:20 » |
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RACIMO FECUNDO. ¡Que te festejen los dioses con liras! ¡Que las arpas se pulsen en tu honor! ¡Derrame la azucena su rubor a los rezos rojizos de las piras! Cabriolas de unicornios y sus iras transmiten a los ángeles tu ardor, resplandeciente Uno y Trino, Amor. Ya en sus moradas con Jesús suspiras. Corona de laurel en tu cabeza pues supiste adorarme hasta el extremo, sutil, ágil autor de tu proeza. Mi nave condujiste con tu remo, salmos por tus vigilias y pureza. ¡OH, Racimo Fecundo, nada temo!
M. Antonia
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« Última modificación: Abril 16, 2016, 11:21:40 por María Teresa Inés Aláez García »
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #19 : Abril 16, 2016, 11:18:34 » |
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(81-82)Cataratas/Dilaciones
© 2015 A.Emma Sopeña Balordi
Esplendor ISBN: 978-15-0888-438-5
CATARATAS
Se disuelven los sueños en minúsculas braditas y la luz en cataratas, hay un velo en mis ojos: el umbral inclemente de la década. Mas mi retina, grávida de ti, con pureza te evoca. Me basta con la umbría y el distante perfume de tu ausencia. DILACIONES
Pasó el tiempo del parque y los abrazos de palomas y niños importunos, de besos incipientes, el Blanco de los Beatles, la oscura discoteca de caricias.
Eres el mismo, amor, con una biografía de distancia, pero mi piel no admite dilaciones, la vida no perdona titubeos.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #20 : Abril 16, 2016, 11:20:38 » |
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CONSECUENCIA
Los dioses del Olimpo nos declaran la guerra. Buscan exterminarnos sin la menor piedad. Como primer ataque, atroz enfermedad; desaparece el hombre; Caos rige la tierra. Ignoran por qué el mundo a la vida se aferra. Anuncian su dictamen por unanimidad. Pecamos, según dicen, con vil facilidad; no entienden que lo ignoto nos fascina y aterra. ¿Acaso el universo nos juzga horrible plaga y debe, sin demora, traernos la extinción? ¿Somos la consecuencia de un ensayo fallido? ¿Podríase evitar el fin de nuestra saga? ¿Estamos al arcén del último estallido? ¿Ejercen las deidades la virtud del perdón?
Raúl Valdez
01/28/2005
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #21 : Abril 17, 2016, 08:07:31 » |
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Ladrón de exhalaciones
La vieja partitura, fiel mortaja, crisol de inarmonías discordantes, se prende, sin obstáculos inanes, en el cieno febril del melodrama.
Mi suerte juguetea con las algas moradoras en lechos despreciables; desabrigo de luces o señales, un justo colofón de mascaradas.
Tu espíritu clausura corredores, mal recuerdo bulímico, me agota; astuto, cruel, ladrón de exhalaciones.
Porvenires quebrados de las rosas impregnan, siempre, sábanas que roes al desatar tu lastre hacia la gloria.
Alpha Centaury
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #22 : Abril 18, 2016, 09:16:52 » |
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Tres vueltas de llave
De ella apenas conocía su silueta, lo poco que dejaban traspasar los visillos de su ventana. Siempre la imaginé triste, deambulando, sumida en sus pensamientos; tal vez la música que día tras día junto con alguna trasnochada tarde llegaba desde su apartamento, me hacia percibirla así.
Un eterno Sabina cantaba desgarrado. Creía poder reconocerla en cualquier parte. En numerosas ocasiones había fantaseado con un encuentro casual con ella. Ya saben, un cruce de miradas, un imprevisto roce en el ascensor. Cuarto C, A. García, esto era lo único que se leía en su buzón, Amalia, Alicia, Alma, Aurora, Arabela... yo seguía especulando con su nombre; Alma; para mí sería Alma.
Me acostumbré a llegar pronto a casa, intentando no hacer ruido, todos mis sentidos permanecían alerta a cualquier sonido que procediera de su estancia. Escuchaba cómo Alma abría la cerradura, tres vueltas de llave, y un sigiloso cerrar, dos pasos y el bolso aterrizaba en el sofá; casi al mismo tiempo Sabina cantaba “ llegas demasiado tarde, princesa” y así era: tarde a mi vida. Alma y yo teníamos un horario parecido. Si hasta ese momento no habíamos coincidido al salir por las mañanas, era sobretodo porque yo retrasaba mi salida hasta que ella cerraba su puerta, tres vueltas de llave, y yo exhalaba un suspiro detrás de la mía, preparado para salir.
Pasaría todo el día esperando llegar a casa. Aguantando la murga de unos y otros, los cuchicheos a mi espalda, para ellos yo era el raro, el que no hablaba, no contaba nada sobre su vida anterior. No tenía ninguna intención de trabar algún tipo de relación con ellos, aparte de la necesaria para desempeñar el trabajo. Solamente con el de contabilidad parecía estar más en sintonía. Como un acuerdo tácito, compartíamos mesa durante el almuerzo, él se enfrascaba en su periódico y yo en el mío. Bastaba con unos buenos días, y media sonrisa.
Abstraído como andaba, no me di cuenta de que el contable realizaba el camino de vuelta a casa unos metros detrás de mí. Tampoco sé qué lo alentó aquel día a alcanzarme, a seguir caminando a mi lado sonriente y dicharachero; durante dos años sólo habíamos cruzado los buenos días y poco más. Persistía en su camino a mi lado, yo, enojado, apretaba el paso, y él seguía, bla..bla..bla. Bruscamente, me detuve delante del portal, a la vez que, atónito, veía cómo el contable, sonriente, sacaba un llavero del bolsillo, y dirigiéndose a mí decía; Cuarto C , ya sabes dónde tienes tu casa. Erial
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #23 : Abril 20, 2016, 12:11:29 » |
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Sedienta de sosiego
Sedienta de sosiego, lo busco en el abismo de las dudas. Sus velos
habitan mi memoria. Los fantasmas regresan del pasado y convocan
horizontes opuestos. Anidan torbellinos en la mente del tiempo. Liliana Valido
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« Última modificación: Abril 20, 2016, 07:59:58 por María Teresa Inés Aláez García »
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #24 : Abril 20, 2016, 08:00:55 » |
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OTRO NOÉ
Vete, paloma, ¡busca una isla, un abra! De vuelta, dime:
-¿Cómo es el mar externo? -¡Eterno!
-¿No navega algún navío? -¡Vacío!
-¿De luces no hallaste rastros? -¡Los astros!
Regresa entonces, paloma, del mar eterno y vacío, pues no hay rastro de navío ni sobresale una loma.
Dage
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #25 : Abril 22, 2016, 01:46:19 » |
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Desamor
Os hablaré de Celia, ella amaneció aquella mañana sobre la cama, abrigada tan solo con el pañuelo que él le regaló la víspera, acarició con su mano la almohada en donde minutos antes él había estado durmiendo. El pañuelo para ella se convirtió en un nexo amoroso entre ella y él y cobró vida, en forma de serpiente que circulaba por su piel como si su cuerpo fuera de madera, convertida así en el árbol de la vida. Y como árbol, se alzó del lecho y puesta en pié alzó los brazos, dejando que la serpiente subiera por sus ramas y enroscada en su brazo, danzó como quien baila un chotis, los árboles no suelen moverse de su sitio por iniciativa propia, pero su cuerpo si se movía llevado por una danza improvisada. De corrientes de viento que entrando por la ventana movían sus ramas, que se agitaban y hacían contornearse el tronco del árbol humano en que Celia se había convertido.
La serpiente, suave y cálida, la besaba con su movimiento, ella disfrutaba notando el tacto de su piel con la del reptil. Y la habitación cambió.
Para sus ojos, las paredes se tornaron en bruma húmeda, y otros árboles habían crecido entorno a ella, que como ella se agitaban, y voces se oían ininteligibles, recuerdos lejanos que el aire traía. Pero su atención estaba dispersa, poseer la vida que se arrastraba entorno a ella la enajena de felicidad, le amaba a él y él la amaba a través de su obsequio que se había convertido en su mano, el brazo que la sujetaba.
Otros árboles danzaban, otros permanecían quietos y una sombra caminaba entre ellos y que parecía animar sus cortezas. Si hubiera podido mirarse, si pudiera haber observado el lugar en el que se hallaba, se habría visto al margen de toda realidad, suspendida en una oscuridad luminosa, entre penumbras neblinosas, sin suelos ni cielos, ni puntos cardinales. Absolutamente ida de sí misma, entregada a una danza imposible, anclada a un suelo inexistente, halló la felicidad y como árbol sin raíz en un universo de oscuridad, alcanzada por la caricia que anima a los árboles que como ella, poblaban el extraño bosque, caricia que reconoció como de la mano de él. Así volvió a amanecer, así la encontraron tendida en el suelo, abrigada por su pañuelo nuevo. altabix El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él. (Proverbio chino)
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #26 : Abril 23, 2016, 08:47:57 » |
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Huida
Busco, huyendo entre ruinas negras,
- mi destino: la deserción -
los temibles ojos del pánico.
En la indiferencia me ocultas,
tras la tenue brisa, tus palmas.
El tul de sombras infinito
se nutre de cortes al biés.
Eterna y salvaje apatía:
la diáspora fugaz de besos.
Corregido en el foro Metáforas de Diana Gioia. (c) María Teresa Aláez García. Mayte Aláez. Mtiag.Pernelle.
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #29 : Abril 24, 2016, 08:11:12 » |
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A CADA PASO
¿Por qué no se conforman hoy mis huesos ante la soledad de mis mañanas? ¿Por qué habitan en mí pasiones vanas, ansiosas de alborozos y embelesos?
Quizás tengan la culpa antiguos besos tatuados en mi piel, como badanas resecas por el sol. Aún, arcanas voces loan, con gozo, mis excesos.
No comulgo con flores de amargura, asumiendo los lances del error, ni deshojo la urdimbre de mi ocaso,
pues prefiero el camino y la locura de creer, inmutable, que el amor puede estar floreciendo a cada paso.
Candela Martí
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