María Teresa Inés Aláez García
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« : Diciembre 11, 2015, 01:39:34 » |
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Corregido en el foro Metáforas de Diana Gioia.
Cómo prevenir y evitar el suicidio Ante las circunstancias que rodean a un presunto suicida y a la comisión del hecho, se evita el contacto con el sujeto y el posible problema: a nadie le gusta implicarse en la vida de los demás. Si el código penal no castiga el suicidio sino a quien puede provocarlo, menos todavía, el ciudadano de a pie, se ve con fuerzas y facultades para influir sobre la vida ajena, so pena que sea una persona sobre la que se pueda incidir directamente: algún familiar directo, la pareja o un amigo.
Para evitar y disminuir la cifra anual de suicidio que la OMS calcula en 900.000 - una muerte cada segundo - la solución comienza por realizar cambios desde el Estado, provocando una oleada de respuestas favorables cuya influencia se ampliaría hasta llegar a cada uno de los ciudadanos: eliminar circunstancias que puedan provocar desastres como guerras, crisis económicas, poder prevenir inundaciones, terremotos, ciclones y asegurar los bienes de los ciudadanos, etc.
Prevención del suicidio
La persona que se va a suicidar siempre deja una pista. Incluso aquella que parece que no tiene nada de lo que quejarse y que, repentinamente, acaba con su vida. En un principio, aunque es cierto que cada cual es libre de vivir como lo desee y no es correcto criticar la vida de ninguna persona ajena, sí es cierto que el ver ciertas formas de vivir puede llamar la atención de los vecinos:
Salir poco de casa, sobre todo en el caso de ancianos y niños que necesitan pasear, airearse, tomar el sol para prevenir la descalcificación, comer de manera sana, moverse y hacer ejercicio. Si algún familiar o vecino encuentra que la persona no sale lo suficiente, no se asea como es debido, tiene algún arañazo o rozadura, se le puede sugerir que acuda al médico.
Por otro lado, la persona que tiende al suicidio suele estar muy cansada. Es el principio. El cuerpo, agotado por el exceso de trabajo y la falta de descanso, busca el alimento necesario, en forma de sueño, alimentación correcta, etc. La persona puede comenzar a alterarse por problemas que no tienen gran consideración e irritarse a menudo. Tener ansiedad y dejar de hacer vida social.
El cambio de costumbres progresivo, la dejadez en el arreglo y en los hábitos, va dando señales de que la persona tiene un problema. Se puede preguntar qué ocurre o sugerir alguna ayuda, invitando a la persona algunos días para que descanse, hablar con la familia o comentar acerca de la ayuda médica o psicológica. Puede ser que el sujeto reaccione y vuelva a sus hábitos anteriores. Pero hay otros signos que dan la alarma.
Si la persona lleva una vida sana y se arregla, puede ser que cambie en los colores con los que viste y sean poco armónicos o más oscuros, sin seguir la moda. También puede realizar comentarios, en broma o como algún anuncio de pasada, acerca de problemas sentimentales, familiares o emocionales, esperando a ver qué pueden decir los demás al respecto.
Alimentación y salud mental
El hecho de que una persona adelgace o engorde repentinamente, que no tenga ganas de salir ni de hacer ejercicio, que esté desorientada y se vuelva desordenada de repente, que tenga muchas ganas de llorar sin saber por qué o se emocione muy a menudo con naderías, que súbitamente comience a tener complicaciones con las personas que le rodean cuando intentaba vivir en paz, son señales, igualmente, de que la persona está bajo los efectos de la depresión.
También influye la mala alimentación y el descuido en el aseo. La persona que come a deshoras alimentos que no entran dentro de la tabla alimentaria -exceptuando a quienes tienen un régimen supervisado aunque sin descartarlos, a pesar de que lleven un control médico - ingiriendo un exceso de azúcares, de bebidas gaseosas y de alcohol. Por supuesto el descontrol con estupefacientes y con alcohol es un aviso urgente de que ocurre algo.
Por otro lado, es posible que el sujeto, repentinamente, arregle el testamento.
Cómo se puede ayudar a la persona
Si se observa a una persona que tiene estos síntomas, se pueden hacer varias cosas:
Hablar con ella y si no se desea su amistad - que es posible - sugerirle que vaya a un centro médico o que intente ponerse en contacto con alguna amiga o pariente. Lo normal sería ayudarla de modo más activo. Ponerlo en conocimiento del psicólogo del lugar donde se trabaje o darle alguna firma médica a la que pueda acudir. Hablar con los compañeros o amigos más cercanos, si los hay, y comentarles qué es lo que ocurre porque ellos puede ser que sí accedan a hablar con la persona y a darle protección. Acompañar a la persona al centro médico o al psicólogo y explicar, si es posible, qué cambios se han notado en ella. Pedir consejo a un psicólogo acerca de cómo se debe actuar en estos casos. Si se convive o se está cercano a la persona, hablar con ella y sacar toda la información posible acerca de lo que va a hacer. Sacar de la casa cualquier elemento que pueda usar para hacerse daño. Acompañarla a cualquier otro facultativo para que pida ayuda. No juzgarla ni hacerla sentir culpable.
(c)María Teresa Inés Aláez García. Mtiag. Mayte Aláez. Pernelle.
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