María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #2 : Septiembre 30, 2011, 03:56:53 » |
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http://es.globedia.com/el-poder-del-pueblo
El día 22 de mayo, al mediodía, recibí una invitación de una amiga de la Vila Joiosa. En ella se proponía la asistencia a la Plaza de la Generalitat de la Vila Joiosa para una concentración de Democracia Real.
Estuve toda la semaña apoyando, desde mi blog y por la red, estas reuniones. El domingo día 15 se realizó la primera manifestación, convocada por la plataforma, en sesenta ciudades. Desde entonces, tanto en Facebook como en los medios de comunicación, he podido ir siguiendo los vaivenes de las distintas concentraciones a lo largo del país y me alegré enormemente de que la repercusión de las mismas llegara a la Vila Joiosa.
Como expresaba otra amiga, participar en estas concentraciones es ayudar a escribir la historia.
El por qué: debido a la situación que se ha creado con la crisis, a la actitud de nuestros políticos y de los bancos, que se ayudan entre ellos, era desesperante ver que la mayoría de los ciudadanos, denominada en algunos círculos, despectivamente, "la gran masa borreguera" era alienada, apartada. La enorme cantidad de personas con la que cuentan los politicos a la hora de recibir votos para agrandar sus cuentas corrientes a costa del erario público y los bancos en el momento de enriquecerse es apartada a un lado cuando pide que se cumplan sus derechos. Se olvidan de ellos mientras abusan de la venta de elementos para satisfacer las necesidades primarias tales como el trabajo y el alimento, la sanidad, la educación, la defensa, el hogar - al menos el primer domicilio que debía ser gratuito - la luz, el agua, el teléfono y un coche.
En ese momento se hizo uso de la prensa y del resto de los medios de comunicación. Mientras en el norte de África y en Islandia la población se levantaba, en nuestro país se apoltronaba amparada por las redes sociales y los programas rosas y amarillos de la televisión. La sensación de impotencia llegó a adueñarse de muchísima gente.
Por fin, cuando unas cuantas personas se han dado cuenta de que el verdadero poder no lo tienen los políticos sino la población en general, han hecho uso del derecho a la reunión contemplado por la Ley.
Efectivamente, en un estado democrático la soberanía recae sobre el pueblo que elige a sus representantes. Pero el poder reside en los votantes, no en los electos. Esas personas asumen el poder que el pueblo les ha dado para administrar los bienes comunes, resolver los problemas comunitarios y quitar un gran peso de encima a una población confiada que piensa que sus representandes los defienden.
Pero no se ha actuado así. Se ha vuelto a repetir la historia que se ha ido forjando desde los primeros años de la existencia del ser humano. Los hombres primitivos se reunían y elegían al más fuerte o al más inteligente para que les dirigiera a la hora de defenderse o de proteger el alimento. Pero participaba todo el poblado en esa protección y en esa defensa. Ocurrió que el poder excesivo, si no se controlaba, llevaba al abuso. Pasó en la antigüedad, como está ocurriendo actualmente.
Ahora, por fin, el pueblo se está dando cuenta de que tiene ese poder y de que ha de utilizarlo para poner orden y pedir responsabilidades a quienes han sido elegidos para solucionar sus problemas, no para darlos o para favorecer a unos pocos en detrimento de la mayoría, como está ocurriendo en la actualidad.
En todo el país ha habido concentraciones y el día 22, por fin, en la Vila también, el pueblo comenzó a hablar.
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