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Erial
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« Respuesta #1 : Junio 04, 2011, 08:49:57 » |
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #2 : Junio 06, 2011, 01:48:45 » |
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Esplendor en la piedra.
http://blogmegustaleer.com/2011/06/02/esplendor-en-la-piedra/
Quién sabe si el mar está contenido en las piedras o si los cantos rodados son restos pétreos de lágrimas que dejaron caer, por despecho, las nubes, cuando corrían a través del cielo formando parte de las enaguas del viento.
Quién sabe.
Quién sabe si las cortinas acuosas que desvelan los secretos de las rocas en realidad necesitan de ellas porque son las corazas de sus pequeños y desvalidos corazones.
Quién puede saberlo...
Es tan invisible la calma como la flotabilidad del fluido que ampara al conjunto de granos de cal y silicio que reposa, día a día, mirando el esplendor del cielo y recibiendo el cariño del sol. El muro líquido, transparente, roto por el suspiro de un roce, disuelto por la tibieza de un sonido o por la caída de una decepción.
Y entonces el muro de la incomprensión se vuelve enorme. Consolidado sobre la dureza de sus prejuicios y soberbia, se apalanca en su grave despacho de leyes, derechos, virtudes cuya alfombra se compone de billetes de todos los colores que se disimulan entre las sedas de las alfombras y las vitolas de los carísimos puros habanos.
Bastará que la brisa baje a admirar sus manos y a danzar con el céfiro su vals anodino y triste de despedida. Volverán a moverse las aguas y, con ellas, unos milímetros, las piedras se tornarán granos de arena y danzarán en sombras de su inamovible libertad.
Mientras tanto, permanezco oculta entre las grietas del mármol que soporta las piedras. Esperando... nada. Sueños.
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« Última modificación: Junio 14, 2011, 02:53:35 por Pernelle »
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Diana Gioia
Dirección Literaria
Metafóric@
Mensajes: 12147
Ha sido mi biografía un juego con las palabras
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« Respuesta #3 : Junio 08, 2011, 06:52:14 » |
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #4 : Junio 12, 2011, 08:39:41 » |
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http://www.youtube.com/watch?v=rKPDTg_2Euo
http://blogmegustaleer.com/2011/10/24/reflexiones/
¿Os habéis sentado alguna vez en uno de esos bancos de piedra que hay en las plazas de los pueblos al atardecer? Da la impresión de que la tarde se marcha, lentamente. Las hojas de los árboles vuelan. El viento se despereza y la persona permanece en su lugar, presente pero ajena a todos los acontecimientos que ocurren porque ella no los provoca.
O sí.
Directa o indirectamente estamos apoyando cada suceso que ocurre en el planeta. Una cerilla tirada en una calle puede dirigir el destino de una persona. Una pluma que es volteada por la brisa. El agua que discurre por una calle cuando llueve o los granos de arena que limpiamos de nuestra ropa cuando nos marchamos de la playa. La cosa más nimia puede condicionar el futuro de una persona.
Ser conscientes de nosotros mismos es muy difícil. Colocar los límites también. Pero sí es cierta una cosa: todo lo que nos ocurre nos lo estamos causando. Si odiamos, es porque nuestro punto de vista sobre la cosa es negativo debido a nuestras experiencias, prejuicios, etc... Si amamos, es por lo mismo, porque nuestros pensamientos y sentimientos están condicionados y, posiblemente, el hecho real no tenga nada que ver con lo que estamos viviendo.
Somos nosotros quienes nos forjamos las alegrías y las penas, los sinsabores y las nostalgias. Hemos de limpiar nuestro espíritu de elementos innecesarios para encontrar la pureza del sentido y de la interpretación de los hechos. Aún así estará condicionado y será divergente con respecto a la noción de otra persona pero lo ideal es que lo habremos mirado tras ojos diferentes, liberados de prejuicios y de expectativas e iremos colocando en nosotros y en el mundo una nueva perspectiva.
El proceso es realmente doloroso pero, con el paso del tiempo, ayuda al crecimiento espiritual, emocional y personal marcando un inicio en la conversión hacia el progreso, no sólo del individuo, sino también de la sociedad.
(c) María Teresa Inés Aláez García. Mtiag.
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« Última modificación: Octubre 24, 2011, 01:37:21 por Pernelle »
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #5 : Junio 14, 2011, 02:08:35 » |
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Complicidad paralela http://blogmegustaleer.com/2011/05/31/complicidad-paralela/
Me presento: soy una descriptora de sentimientos. Me dedico a eso: a describir qué pudo sentir una persona al ver un objeto y plasmarlo, o qué reflejó al escuchar una melodía o sentir una textura. La palabra se encuentra en desuso pero entra dentro de las definiciones ofrecidas por la RAE. El oficio no sé, siquiera, si existe. Pero, quién sabe, si estudiando y profundizando en el empeño puedo conseguir que sea un trabajo oficial que pueda ayudar a muchas personas que, o son incapaces de manifestar sus sentires o los mantienen ocultos por pretender que son elementos accesorios de la persona. Mi trabajo es fenomenal porque puedo ayudar a percibir un momento dado en la vida de la gente. Puedo paralizar el tiempo en un segundo y extraer la sensibilidad de quienes, en ese momento, compartían, aunque solo fuera, el aire que respiraban. Cuento con vuestra ayuda para poder describir muchas imágenes, situaciones y momentos en nuestro universo. Si os parece, comenzaremos por esta foto. Fijaos en las líneas rectas que describen los movimientos inclinados en el mar, en el cielo y en la ciudad: todo un conjunto de caos organizado que el cielo se encarga, todavía más, de desesperar. Líneas que se yuxtaponen, que se cruzan con las pequeñas líneas de la casas, que rompen contra las nubes o se dejan llevar por ellas. Colores: grises, blancos, ocres, azules, verdes, rojos… son distintos pero pueden conjugarse como lo han podido hacer en esta foto, gracias a la luminosidad. Destaca el mar, tranquilo y quieto como un espejo que mira hacia el cielo y la ciudad con mucha parsimonia. Se limita a estar ahí, esperando que la luz deposite sobre su superficie las líneas de las casas y sus colores. Mientras tanto, el cielo avanza a marchas forzadas llevando un contenido que puede ser nefasto para muchas cosechas. Y el color gris indica, además de neutralidad, un pesar, una tristeza que el cielo va enmarcando y que regala sobre todos los seres que viven en la superficie y se reflejan en él. Las nubes, arreboladas, avanzan forzosamente para dejar caer su carga sobre cualquier punto del mar y las lágrimas que aguantan quienes esperan, tantas veces, la llegada de aquel que partió hace años y de quien todavía no tienen noticias. Esta ciudad ha sido cuna de pescadores de altura y sus gentes saben lo que significa trabajar en una faena de seis meses y marcharse a Guinea para hacer vida allí mientras siguen pescando.Por el confín del horizonte se ve otro color para el cielo. Se irá despejando y dará paso a otros fenómenos: viento, lluvia, temporal, hasta conseguir que el barco vuelva a su ser y a su hogar. La alegría puede ser inmensa y dolorosa por no tener la costumbre de celebrar la salida y el regreso del pescador. Entonces, milagrosamente, la boira se extiende sobre el mar y arrastra consigo la tristeza y la desilusión, atenuando olas y marejadas, facilitando el regreso de aquel que tanto tiempo había permanecido lejos del hogar. Súbitamente los colores de las casas se enaltecen, coreando a la alegría especial de los corazones que laten en el pecho con especial énfasis: el amor que domina todo y une fronteras y espacios vacíos, es el ganador. Miles de besos surcan los aires; las mujeres y los niños acuden, prestos, a la lonja a presenciar la subasta y el reparto del pescado, a recoger al familiar para acompañarlo hasta la casa y a vender la captura. En breve, la cena y el descanso hasta la próxima madrugada.
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« Última modificación: Julio 03, 2011, 09:19:30 por Pernelle »
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #6 : Junio 14, 2011, 03:01:18 » |
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Esencia
http://blogmegustaleer.com/2011/06/03/esencia/
¿La has visto? Es luz entre las sombras. Resplandece como una sonrisa entre los rayos del sol y su belleza discurre por el verde igual que el agua aflora entre los salientes rocosos.
Su medida es ínfima: a lo sumo dos o tres centímetros. Un dedo índice es mucho más grande. Y, a ella... ¿qué le importa? Luce, sabia, espléndida entre las hojas de la planta que la nutre y la protege. Desnuda en su apogeo, rutilante en los propósitos, franca en el destino, amplia en el semblante.
Es ella y lo sabe. Conoce hasta el último recodo de los encantos en su perfume, en el color de los pétalos, en su corazón amarillo, que no es sino miel transformada en polen y en el aroma. Ella encuentra en sí misma el aplomo, su justa medida, el genio de actriz en el punto álgido de su carrera, la luminosidad contrastada. Y no tiene reparo alguno en conceder el misterio de su alegría a los caminantes, aún a riesgo de ser cortada o eliminada de la faz del mundo.
Es valiente y reconoce que tiene sus riesgos. Aún así triunfa en un mundo que la ignora y consiguió llamar la atención de un objetivo sin pretenderlo. Y ahora es elemento clave en nuestro camino. Yo te la ofrezco, en esta noche, como rúbrica de nuestro destino, como sello de quimeras, Como recuerdo de una pequeña sonrisa esgrimida, en lo oculto, al atardecer de una caricia o bajo el telón cariñoso de un mínimo beso.
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Diana Gioia
Dirección Literaria
Metafóric@
Mensajes: 12147
Ha sido mi biografía un juego con las palabras
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« Respuesta #7 : Junio 17, 2011, 12:43:31 » |
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #8 : Julio 03, 2011, 09:31:00 » |
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Los he perdido
http://blogmegustaleer.com/2011/06/06/los-he-perdido/
Pues no, no los encuentro. ¿Los habéis visto vosotros? Es que no logro enfocarlos.
Ando todo el día buscándolos por aquí y por allá, aunque el tímido espacio dentro de este lugar no les permitirá haber ido demasiado lejos. Como mucho un metro y medio de diámetro. A duras penas puedo moverme y, menos todavía, agacharme a mirar por el suelo o ponerme de rodillas. ¿Y si los hubiera aplastado con el pie? O si, con cualquier devaneo del agua, no sé, se hubieran solapado con la arena del fondo... Puede ser que estén por aquí, flotando pero, al tanteo, no localizo ningún resto. A lo mejor, al dar la vuelta, los he enviado dentro de una de las grietas que se han formado en la pared o se han introducido entre dos ladrillos, enganchados en un culantrillo de pozo.
Mirad allí arriba. ¿Qué puede ser ese resplandor? Me daña los ojos, aturde y no permite realizar un rastreo como es debido. Intento fijar la vista en la oscuridad pero el brillo ciega las pequeñas pistas que hubieran podido dejar y me impide seguir sus rastros. Pequeños caracoles de cristal que han olvidado la plata de sus túnicas perdidas en los vaivenes del viento.
No veo nada. No entiendo. Quiero encontrarlos de una vez y dirigirme hacia otro lugar donde no haga frío, donde el espacio sea mayor y no pierda la respiración cada vez que baje la cabeza. Cada vez cuesta más que los músculos respondan a las órdenes del miedo y la esperanza, paralizados por el pánico. Pero no puedo irme sin haber emplazado su posición.
Ah, un airecillo viene en mi ayuda. Sus cabellos, de oro y de plata, son suaves y distancian aquel foco luminoso, enorme, de mi persona. Fugazmente, mueve el líquido que me apresa y... ¿se vuelve a marchar? ¿Huyes?¿Hacia dónde? ¿Cómo te atreves?
¡Oh! Ya sé dónde se han ido. Son libres. Se han marchado hacia la lumbre que se distingue allá arriba, entre los helechos. Una moneda de plata envuelta en hilo de color bermejo es el único pago que recibo por una carga llena de sinsentidos que voló hacia horizontes más prometedores.
Y ahora, aquí estoy. Agua, tierra, ladrillos, oscuridad, el cieno. No adivino qué es lo que me trajo a este lugar. Lo cierto es que tampoco importa. Sólo una pequeña voz en una zona oculta del cerebro, recuerda. Parece ser una pregunta: - "Por favor, he perdido unos sentimientos. ¿Alguien los ha visto? Me urge encontrarlos. No sé dónde he podido meterlos".
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #9 : Julio 03, 2011, 09:33:38 » |
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Arañazos
http://blogmegustaleer.com/2011/06/06/aranazos/
Un abrazo. Ya no supe más.
Los desgarros posteriores engendraron lágrimas en el cielo. La oscuridad arrancó los sentimientos del músculo cardíaco. A jirones iban derramándose litros y litros de desventura, esperanza, decepción, miedo, amargura y latidos viscerales. La esencia del corazón se resistía a dejar este mundo y se llevaba consigo la felicidad, abandonando a la renuncia a su suerte.
Era una sombra con dedos ignominiosos, uñas de deseo, pobreza de espíritu incomparable. En lugar de recordar la belleza de la noche y la posición lunar, ella, descansando entre los árboles del jardín teñidos de rojo por la luz posicional de los recodos, pensaba en sí misma. Mientras, continuaba lacerando el pensamiento con recuerdos bellísimos que se negaba a perder.
"'¡No!" Y recogía sus brazos sobre las costillas, protegiendo el dolor. El ansia no quería abandonar su plexo solar. Era lo único que le quedaba: el recuerdo de aquella luz sentida unas horas, solamente unos segundos. Aunque su ausencia apuñalara el pecho le daba igual porque gustaba de conservar aquello a sabiendas de que no volvería jamás.
Cualquier persona, al reconocer el verdadero amor y ser consciente de ello, sabe que, si lo pierde, nunca más lo volverá a retener entre sus brazos. Por eso a Rabi'a le costaba tanto apartar sus brazos del amor divino que había localizado en su interior y lo custodiaba como un don inapreciable hasta el punto de no trabajar, no comer ni beber ni moverse, viviendo sólo para aquel fuego pletórico de vida que iba, paulatinamente, abandonando su pecho para no regresar.
Se resquebraja la vida cardíaca dando todo su ser como regalo para Aquel que la ha creado y viendo dividirse en mil pedazos la conciencia. El espejo del cariño absorbe cualquier atisbo de humanidad y confunde la mente de la persona que sonríe, ajena a la ausencia de quien, en sí mismo, conserva la esencia de todo.
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