Dage
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« : Octubre 04, 2010, 07:11:18 » |
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LA CONVERSACIÓN
Se dijeron alabanzas que, por decoro, no repetiré. El árabe pronunció su nombre sin omitir detalle, el chino mesuró su linaje acompañando a cada ancestro con espléndidas metáforas. Durante aquella conversación, que tuvo lugar en el desierto, nacieron y murieron oasis y civilizaciones. Al fin de los días, el chino degolló al árabe y abandonó el desierto.
-¡Espléndido! –exclamé, aplaudiendo al narrador. Bioy Casares sonreía recostado en su silla. -¿No has aprendido nada? –preguntó Borges. Quizá había un deje de sorna en su voz, imperceptible para mí a causa de su acento argentino, pues me era extraño. Les miré confundido. Aún hoy me trastorna la dualidad de aquella sola palabra, la misma que subyace en las caras borrosas de mi recuerdo.
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