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Diana Gioia
Dirección Literaria
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Ha sido mi biografía un juego con las palabras
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« Respuesta #16 : Mayo 06, 2010, 07:56:36 » |
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« Última modificación: Mayo 06, 2010, 08:00:20 por Diana Gioia »
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Diana Gioia
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Ha sido mi biografía un juego con las palabras
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« Respuesta #17 : Mayo 07, 2010, 04:27:16 » |
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Diana Gioia
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Ha sido mi biografía un juego con las palabras
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« Respuesta #18 : Mayo 08, 2010, 03:39:48 » |
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albadiosa
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« Respuesta #19 : Mayo 09, 2010, 09:42:23 » |
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DESIDERATA Max EhrmannCamina plácido entre el ruido y la prisa y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia.
Esquiva a las personas ruidosas y agresivas, pues son un fastidio para el espíritu. Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera por humilde que sea, ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.
Sé cauto en tus negocios pues el mundo está lleno de engaños, mas no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe. Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales.
La vida está llena de heroísmo. Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto. Y no seas cínico en el amor, pues en medio de todas las arideces y desengaños, es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo de los años abandonando con donaire las cosas de la juventud. Cultiva la firmeza del espíritu, para que te proteja en las adversidades repentinas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Sobre una sana disciplina, sé benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo. No menos que las plantas y las estrellas, tienes derecho a existir. Y sea que te resulte claro o no, indudablemente el universo marcha como debiera.
Por eso debes estar en paz con Dios cualquiera que sea tu idea de El. Y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida. Aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos, el mundo es todavía hermoso.
Sé cauto, y esfuérzate por ser feliz!
Albadiosa
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Diana Gioia
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« Respuesta #21 : Mayo 10, 2010, 05:35:37 » |
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« Última modificación: Mayo 10, 2010, 05:38:50 por Diana Gioia »
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Diana Gioia
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« Respuesta #22 : Mayo 14, 2010, 01:19:46 » |
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #23 : Mayo 14, 2010, 02:23:23 » |
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http://www.youtube.com/watch?v=2WtH_y1bOOY
Esas horas que no son ni madrugada ni noche. Horas imposibles donde el silencio muere y despierta la nostalgia o quizás la amargura. Esos minutos que no se desearían vivir en la vigilia del miedo o de la angustia, se suceden siempre entre las tres y las cuatro de la mañana.
El sonido armonioso a la par que sincero, sencillo, volátil, de un saxo.
Paz, mucha paz. La paz envuelve al temor y a la desazón, confiriendo tranquilidad a los desánimos. Es la cita con la partida, el momento de la llegada y de acostarse, el descanso de los noctámbulos. El tablero de madera veteada o el mantel sencillo de crepé que oculta las dulces curvas de una mesa coquetona.
Ella, de negro o gris. Quizás blanco o azul pero discreta. Él la mira, semioculto en la sombra de una columna estratégicamente colocada por el arquitecto, que pensó en un gran teatro de los años cincuenta, en un siglo veinte lleno de esplendor y avances tecnológicos. Al final lo dejó en un café recoleto, oculto de vicios y desmanes pero acogedor para escuchar música de cierta calidad.
La luz de la luna penetra por las esquinas del misterio, vestida de encanto y transformada por su propia umbría. Permanece sentada, siendo ella misma allá, en el penúltimo velador, sintiéndose adorada y complacida del brillo de su gesto pero siempre guardando las distancias.
Los sonidos graves parecen desconcertar al sistema nervioso que busca un equilibrio armónico y se encuentra un vaivén, leve y recortado, quién sabe dónde, pero agradable. Decide, entonces, dejarse llevar. El saxofón estimula las zonas más recónditas de pensamientos grises y neuronas agitadas. Eriza las vísceras de la piel.
"Deberían convertir el sonido del saxo en canción de cuna para inconformistas" piensa él. Y se deja transformar por la sensatez amable de su oído... ¿Sería adecuado fumar? El humo reposa entre las rendijas de la noche. En la calle, maúllan el desconsuelo, el hambre y las ganas de procrear.
Ella acude a retocarse. Espera poder irse pronto a casa. Entiende que el momento es atractivo pero para vivirlo en otra ocasión cuando el frío no aguarde a la entrada del local.
Mientras tanto, se suceden días y noches, risas y olvidos, soledades y ausencias...
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« Última modificación: Mayo 15, 2010, 09:31:21 por Pernelle »
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Diana Gioia
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« Respuesta #24 : Mayo 15, 2010, 03:36:16 » |
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María Teresa Inés Aláez García
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« Respuesta #25 : Mayo 18, 2010, 10:12:31 » |
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http://blogmegustaleer.com/2011/11/01/conciencia/
Conciencia
http://www.youtube.com/watch?v=zDNY52ivQYY&feature=related
Se me derrama el tiempo entre los dedos. Los minutos caen despacio, ignorados, entre las hojas de los días.
Un viento ígneo fluye a través del mirador de los siglos. Esa estrella ha sucumbido ante la inmensa visión de su soledad. Y miro, lentamente, el paso de mis horas, cómo el destino de quienes me acompañan se aligera conforme sus aspiraciones impiden el disfrute de sus pequeños momentos. Cuanto más material se vuelve su deseo, menos pueden darse cuenta de la vacuidad de sus sentidos.
Mira. Los segundos discurren entre las huellas solícitas de mis manos. Son arena y caen sin que yo me dé cuenta. No puedo recogerlos ni asentarme sobre ellos porque han volado a su silencio y desaparecen de mi sombra.
Mira cómo lloran los meses transcurridos en la nada. La frustración corrompe el pensamiento y oscurece las losas de la conciencia perdida.
No puedo perder más espacio ni achicar mi hueco.
Y al mirar hacia arriba, se sostienen en la penumbra los deseos no satisfechos que engarzan hilos tejidos con espectativas. Debería ascender pero no siento ganas. Ni lo necesito. Ni lo deseo.
Cae una estrella y rompe la añoranza.
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« Última modificación: Noviembre 13, 2011, 10:46:24 por Pernelle »
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Erial
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« Respuesta #26 : Mayo 21, 2010, 06:16:27 » |
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no me habia dado cuenta de este espacio.
me han gustado todos.
Besos !!
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Diana Gioia
Dirección Literaria
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« Respuesta #27 : Mayo 21, 2010, 07:36:24 » |
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pues el espacio es tuyo eri! dg
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Liliana Valido
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« Respuesta #28 : Mayo 22, 2010, 05:27:56 » |
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Di - amigos: Qué hermoso todos los trabajos. Los felicito. Cariños -- Lili
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Liliana Valido
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albadiosa
Visitante
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« Respuesta #29 : Mayo 22, 2010, 11:37:35 » |
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El cumpleaños de CarlitosMuy pocos sabían cuántos años cumplía Carlitos ese 22 de julio. No era fácil calcular su edad. Podía aparentar 5, 10, 20 ó 30 años. Pocas personas estaban cerca suyo, por ese tan mentado tema de haber nacido con el estigma de un retardo mental. Como si la normalidad tuviese que ver con el envase y no con el contenido. Aquellos que lo conocían y trataban, sabían y sentían el caudal de cariño con el que sorprendía a diario. Claro, sorprendía por aquellos preconceptos que se tienen sobre los chicos “especiales”. ¿Quién dijo que Carlitos no era inteligente? Él transmitía su admirable inteligencia emocional en cada gesto, con cada palabra. Su memoria era digna de envidia. No se olvidaba ni de una cara ni de una promesa. Cuando se le prometía algo o se cumplía con una promesa, su alegría era una danza contagiante. Agitaba los brazos como aspas de helicóptero antes de levantar vuelo. Algo así como una libélula sonriente. Una de sus debilidades eran los autos, camiones y camionetas... La otra, los globos. Cuando veía uno se le iluminaba el rostro, sus ojos pardos irradiaban una luz muy brillante; giraba y sonreía buscando nuestra complicidad. Poco tiempo antes de ese 22 de julio, Carlitos cayó enfermo. Estuvo muy mal durante casi un mes. Lo progresivo de su enfermedad hacía mella en su cuerpo y sobre todo, en su cerebro. Pero Carlitos era fuerte porque se apoyaba en los afectos; en el cariño de su madre, de su hermano y de todos aquellos que aprendimos a amarlo. El cumpleaños se festejó en uno de esos lugares donde se sirve comida chatarra. Allí había juegos y regalos que acompañaban las cajas de alimento que contenían hamburguesas y papas fritas. Ya se sentía bien. Tan bien que agitaba sus brazos, giraba y daba vueltas. Su mirada, por momentos, se dirigía a un cielo tan azul como su alma. Cuando vio los globos comenzó a pedirlos con insistencia. No dejó un minuto de solicitarlos. Quería un globo. Sólo un globo. Era justo, en el día de su cumpleaños. Después de saborear la comida y la gaseosa, fue a buscar lo que había pedido. Para su sorpresa una de las jovencitas que atendía en el local le regaló decenas de todos los colores. Su sonrisa se amplió, sus brazos se abrieron y con el ramillete de globos comenzó a girar con desenfreno. Los mostraba junto con su alegría. Giraba cada vez más rápido y los globos se convirtieron en un hermoso arco iris. De repente, cuando salió al patio, los globos elevaron a Carlitos. En su cara no había ningún rastro de temor. Miró hacia abajo y sonrió. Estaba despegando del suelo. En vano intentamos sujetarlo. Volaba cada vez más alto y la sonrisa era cada vez más amplia. Sus brazos giraban alegremente. Dirigía el vuelo como el más diestro de los pilotos, con el ramillete de globos que cambiaba constantemente de mano. Muchos de los que estaban dentro del local salieron a ver el espectáculo. Lo hacían con asombro. Carlitos reía y volaba. Agitaba sus manos y se trasladaba en todas las direcciones, a pesar del pedido de Cristina, su madre, para que bajara. Dos horas habían pasado y seguía volando. No quería bajar. Y no bajó. Hasta el día de hoy en que estoy escribiendo estas líneas, Carlitos sigue volando. De vez en cuando baja en el patio de su casa a unos centímetros del suelo, sin apoyarse... buscando comida y sigue su vuelo. Aquellos que ayer lo miraban como un bicho raro, hoy lo envidian y buscan ramilletes de globos para poder volar. Nadie lo ha logrado todavía. Mientras tanto Carlitos sigue sonriendo, agitando sus brazos como si fuese un pájaro multicolor que nunca detendrá su vuelo.
Hugo Medrano
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