Irene
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« : Marzo 21, 2010, 10:01:46 » |
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EL JARDÍN DE LA BELLEZA: Hace mucho tiempo, cuando los aburridos inmortales envidiaban la muerte y los sentimientos humanos, existió un matrimonio humilde, honrado y muy feliz. Hera, furiosa en esos momentos tras la última infidelidad de Zeus, se encontró con la sabrosa fruta de la felicidad. Decidida a olvidar sus propias miserias, hincó el diente en el corazón de la dulzura, y les dio una criatura hermosa como “La primavera” de Vivaldi, cuyo nombre sería Vanidad. Vanidad creció entre los acordes de la belleza y la oscuridad de su nombre. Tanta era su estupidez que llegó a desafiar a Afrodita. Ésta aún tenía muy presente el principio de “la guerra de Troya”, por ello intentó evitarla. Sin embargo, Vanidad insistía e insistía. Afrodita, cansada y por primera vez humana, decidió mandarla al eterno “Jardín de la Belleza”. Vanidad comenzó, risueña y desafiante, el camino. Se veía coronada en el cenit del Olimpo como estela inolvidable de perfección. Tantos eran sus sueños que apenas vislumbró una sencilla verja portadora de una extraña frase: ¡Cuidado, eterno jardín de la belleza! Vanidad, inflada por su propio nombre, la traspasó. Pronto la desilusión detuvo su marcha: en ella abundaban tuertos, jorobados, obesos, tantas y tantas fealdades … Mas, ella, la armonía hecha mujer, volvió a recuperar su compostura y vislumbró su absoluto triunfo. Cuando esperaba radiante su aureola, vio con estupor como los “feos” huían espantados de ella. Sus pensamiento no se agitaron: era normal, tanta beldad les hacía sentirse despreciables. Entonces una coja y risueña niña le susurró al oído: -No huyen de tu hermosura, es tu alma lo que les asusta. En este jardín, la verdadera belleza reside en el corazón.
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