Liliana Valido
|
|
« : Marzo 02, 2010, 01:50:09 » |
|
Rito de iniciación
Entro con Juan Manuel y Chipio al mundo de la fantasía de los niños, la viven como única realidad. Me apasiona ingresar en ella y llevar conmigo la inocencia de un niño ávido de ese mundo. En su limitado lenguaje me llama “tía Pi-Pío”, y yo sé lo que debo hacer.
Juan, con sus dos años, toma mi lectura y las imágenes del libro de cuentos como un sediento lo hace con un vaso de agua. Robo tiempo a mi rutina diaria para revivir con él la luz majestuosa del mundo de la imaginación, ocupará sus pensamientos y los míos, como si todavía fuera una niña.
Elegí el que fue mi primer libro de cuentos, de mi hija y hoy de Juan Manuel, mi sobrino. Así continúo viajando en los caminos de Chipio, el pajarito travieso; emana el perfume de los libros, de la maravilla de la naturaleza, de la libertad. Juan lo percibe y su mágico mundo se colma de sueños. Es la manera de competir con la técnica, el televisor y la computadora, que ya son parte de su mundo, sin descartarlas pero salvando el incendio que este mundo cibernético puede llegar a hacer con los libros. Juan se perdería las alas de su imaginación y en ese balbuceo de “Tía Pi-Pío” comienza su rito de iniciación hacia la lectura.
El misterio de los libros de cuentos y la fascinación se apodera de Juan cuando vuela con Chipio en las palabras que escucha, junto a las imágenes que ve, descubre en el cielo las dibujos que forman las nubes las ordena en su mundo interior para siempre.
Hoy apenas forma frases, más tarde, al pasar los años, con su imaginación enriquecida, podrá expresarse, encontrará las palabras. Podrá salir de sí mismo, se enfrentará a la realidad, al mundo que le espera, con las luces de sus propios pensamientos y experiencias. Descubrirá los valores, los colores entre las tinieblas, verá las luciérnagas, las estrellas, y entre los copos de algodón verá volar a Chipio, se frotará los ojos creyendo que está soñando y será simplemente que su imaginación, ayudada por la fantasía de los libros de cuentos, no murió.
|