Vestigios de un amor rompen mi duelo;
rehúye la verdad mi suerte impía.
¡Fue aventura! predicen. Clamo al cielo
un poco de clemencia en mi agonía.
Hombre falso, adorable, irreverente,
audaz cimbró el cristal de mi ventana.
Se introduce en mi alcoba en imprudente
desafío a mi esencia de espartana.
¡Acuso como cómplice a la luna!
Al fulgor hechicero, arrogante,
antorcha de mi ruina y su fortuna,
estrato del infiel y de su amante.
Su ausencia está quitándome el aliento
y sucumbe sin alas la gaviota.
La pasión fue la luz de mi aposento;
¿su olvido?, la penumbra y mi derrota.
¡Lo amo! y en mi altar a la esperanza,
su imagen es anhelo, poesía,
inocente homenaje de confianza,
teñido de ternura y fantasía.
Blanca Amelia Santos
Febrero del 2008