Por las noches pregunto a la esperanza
acerca de mi cruel presentimiento:
caricias con disfraz de vil cobranza
del odio que forjó resentimiento.
Tragaluces enturbian el ocaso,
esconden una historia casi muerta.
Mi vida en espirales de fracaso,
cicatrices y surcos en la puerta.
De pronto te apareces de la nada
y rompes con tus besos mi armadura;
tan terca, temerosa y obstinada,
rechacé tu cariño, ¡fui muy dura!
Tu imagen, como fruto de un engaño,
cayó frente al sendero de la vida.
Ciega realidad, provocas daño
a quien mi ingratitud ya nunca olvida.
Suceso del que acuso al responsable,
¡que dicte el señor juez su veredicto!
amar con sobresalto... censurable,
urdir venganzas hiere, ¡qué conflicto!
Si me arrepiento piensas: "es mentira",
no existe tal acción en tus memorias,
¡presenciaste un milagro!, el mundo gira
y cambia diariamente trayectorias.
Un hecho que disculpa mis ofensas
es un amor adicto por aquel
que, al escalar mi muro, las defensas
destruye fácilmente con su piel.
No merezco sufrir por tus ataques,
¡me amas!, no asimilo lo contrario;
ya tiemblan de pasión los almanaques,
se aproxima un ritual de aniversario.
El sentimiento crece a contrapunto,
su profunda raíz el alma arropa.
Perdonar es virtud que lleva adjunto
el humano al nacer... antes que ropa.
Blanca Amelia Santos
(Wella)
5/12/2006