Muda la culebra su ropaje azul.
Temo a los colores de los arco iris,
a bengalas locas, de Oriente hasta el Sur.
Aun con prevenciones, es en el rompiente
donde lloro gemas de amante doncel.
En el plenilunio, animus furandi,
raptaría, en verso, tus labios, mujer.
¡Despierta, follaje! ¿Duerme la corola?
Más sirve un te quiero en glauco arenal,
entre noctilucas la risa de un trino.
Mutis en la noche, súcubo fatal.
Clamo de tu boca -no quiero fingir-
el rito de un beso, la coloratura
de una sinfonía, su fuerza prensil,
para contener mis pasmos furtivos,
las perlas del aire, tu grito de amor.
Soy cáliz, capricho de dioses infieles
en busca constante de tu corazón.
augustus