Alpha_Centaury
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« : Agosto 19, 2009, 06:48:47 » |
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AVE LUCIO
Siento decirte que no podré devolverte a tu criado, a tus remeros ni tu navío. El desafortunado sirviente, nada más llegar a mi villa, cayó presa de las fiebres y murió. Nada más lejos de mi espíritu que criticar tu gestión de los recursos humanos, tus esclavos son tuyos y me libren los dioses de que se me pueda acusar de entrometido, pero he de decirte, ya que ver estas cosas es mi día a día, que los esclavos procedentes de Iberia, Grecia, Egipto, sur de la Galia e Italia, suelen sufrir esa clase de inconvenientes cuando se les pide un viaje desde sus cálidas tierras a esta zona tan inhóspita y llena de bárbaros. En cuanto a los remeros, sólo decir que se dieron a la fuga, deseosos, supongo, de refocilarse con todas las rubias y pelirrojas que esta hermosa tierra alberga. No son pocas y en consecuencia estimo que se tomarán un tiempo en volver y quizá ni regresen a Roma. Cabe añadir que el navío quedó hecho una pena. Era más útil despiezarlo para hacer leña que obligarle de nuevo a navegar. Confío en que estés de acuerdo con mi decisión. Siempre lo decías en nuestras correrías de antaño “Más útil es, más piadoso y más barato, Tito, criminal ejecutado que patricio en el exilio”. Sólo apliqué tu máxima.
Confío en que trates bien a mi esclavo celta. Él, joven, alto, fuerte y aguerrido, como buen hijo del trueno, tolera estos largos viajes por mar y con mal tiempo sin problemas. Eso sí, requiere un cierto mantenimiento, pues los de su raza devoran como el Dios Saturno. Si decides dejarle catar el vino, que lo pruebe con mesura, o si no te arriesgarás a que te deleite con el más estruendoso repertorio melódico, por llamarle de algún modo, de su tribu natal.
Hazme caso. No es un espectáculo agradable, como tampoco lo es el oponerse a él físicamente. Sólo reconoce mi autoridad.
Doy por hecho que asumirás, mi querido Lucio, los costes del navío en que ha venido mi esclavo, así como los gastos de la tripulación y del susodicho. Como dije anteriormente, mi esclavo tiene un mantenimiento. Permanecerá allí hasta que conozca Roma, pues existen unas gestiones acumuladas por hacer, de naturaleza tan vital que son mortales, y, además, a mi pobre esclavo le apetece expandir sus horizontes, pues debido a sus circunstancias y condición no ha visto mucho mundo.
Supongo que esto no ha de suponer molestia alguna, pues hay constancia testimonial y escrita de que yo debí costear a tus hombres cinco meses (hasta que desaparecieron) mientras aquella terrible epidemia de disentería les diezmaba, ya que se encontraban aislados de su patria y su señor, y yo era el referente romano más cercano que tenían. Como buen amigo tuyo, no te trasladaré la factura de mi físico, pero con mis testigos en la mano puedo asegurar y aseguro que la factura fue cuantiosa.
Quiero expresarte mi más profundo agradecimiento por haber cuidado a mis jilgueros en mi ausencia. Fue un hermoso gesto mantenerlos en tu villa después de haber persuadido al César de enviarme a este destino tan ilustrativo para mi formación militar y política. Agradezco también el enorme despliegue que has hecho para comunicarme que los jilgueros han muerto y que mi enamorada, cansada de esperarme, ha sido prometida a tu hermano en matrimonio. Y bueno, te escribo para decirte que hoy llueve, que cada vez que siento el azote del reuma pienso en ti y que tengo ganas de que me escribas contándome de tu salud.
TU AMIGO TITO
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